viernes, 13 de octubre de 2017

Nos siguen inmovilizando: Lia Villares


¿Esta prohibición, sin notificación previa ni proceso mediante, no es ilegal?
@ElEstornudo

El sentido de la vida, el regalo de Dios, es el movimiento.
Nicanor O´Donell

"A los prisioneros se les mete en la cárcel para limitarles el movimiento. Qué son las visas y los pasaportes sino recursos del poder para controlar y a menudo para inmovilizar. Lo cierto es que viajar es uno de los derechos humanos más importantes. No hay concepto más libertario y subversivo que el de un cubano turista. Yo solo quiero ayudar al individuo y destruir un monopolio tan despiadado como invisible".
Nicanor O´Donnell
(Pas de quatre / Eduardo del Llano, seXmachine producciones,  Vedado 2009)



La libertad de movimiento ha sido, por desconocimiento, falta de recursos o simplemente de horizontes, una de las más negadas a los cubanos en tiempos de Castro. Trasladarse incluso por el territorio nacional depende de una dirección oficial en la capital o de las opiniones políticas del ciudadano que intenta circular libremente por su propio país.
Innumerables veces efectivos del D.S.E. han impedido la llegada del público en general a los lugares donde se realizan actividades independientes como conciertos, proyecciones, exposiciones, reuniones políticas o misas religiosas. Para lograrlo han cerrado calles y dispuesto un aparataje policial, costoso y desmedido en los lugares en cuestión, como si de operativos para atrapar delincuentes peligrosos se tratase.
Mientras, las regulaciones migratorias fueron reformadas en orden de facilitar, en el lenguaje de los funcionarios de Inmigración, la movilidad y destino de los nacionales, o sea,  la entrada de divisas al país en plena crisis.
El estado dogmatizó su política migratoria, al legalizar la práctica de exigir la habilitación del pasaporte a los emigrados, pero sin definir bien el proceso en que podían obtenerla. Esto dio la posibilidad al gobierno de negar la entrada a un nacional al país, sin tener que reconocer si su decisión estaba fundada en motivaciones políticas, aun cuando las restricciones a la libertad de movimiento están ampliamente reconocidas y clasificadas en la propia ley, y el Estado debería reconocerlas expresamente.
Aún cuando se hubiera eliminado el permiso de salida o "carta blanca" en 2013, instancias a las que responde Inmigración y Extranjería (MININT) se reservan el derecho de negar la entrada o salida del país a sus ciudadanos según el artículo 24 de la modificación de la ley migratoria, alegando “Defensa y Seguridad Nacional” e “interés público” y mantiene intactas las facultades discrecionales del Ministerio del Interior para decidir qué cubano entra o sale de Cuba, bajo criterios estrictamente políticos, restrictivos y violatorios de la libertad de movimiento. [1]
En los últimos meses, más de 60 activistas, entre los que cuentan disidentes, opositores o




[1]    Cambios en la política migratoria del gobierno cubano, ¿Nuevas reformas? por Laritza Diversent https://centrocubalex.com/2014/06/16/cambios-en-la-politica-migratoria-del-gobierno-cubano-nuevas-reformas/
periodistas independientes, han sido arbitrariamente “regulados” y autoridades fronterizas nos han prohibido la salida del país. La orden viene directamente del Ministerio del Interior.
Agentes de la Seguridad del Estado habrían abandonado el recurrente método de secuestro a los activistas para impedirles llegar al aeropuerto. Ahora simplemente el agente fronterizo de turno le informaba al pasajero que no viajaría, rompería su pase de abordar sin más explicación y con la sugerencia de irse a reclamar a Atención a la Ciudadanía del MININT en la Plaza de la revolución, ex Plaza Cívica.
Así, nos convertimos en personas controladas y el recurso de queja constitucional no suple en ningún sentido la necesidad de información y mucho menos de libertad.
En mi caso particular, pero para nada aislado, he sido negada cinco veces consecutivas en lo que va de año. Todo empezó con un secuestro, ejecutado por un agente del Departamento 21 de la Seguridad del Estado, el día de mi cumpleaños. Terminé escapándome pero luego de mi semana de fuga (y terapia), las cosas han ido empeorando cada vez que he intentado salir de nuevo.
Una y otra vez he presentado denuncias en fiscalías y oficinas de atención a la ciudadanía y de Inmigración y extranjería, y una y otra vez me he quedado en ascuas. No solo la falta de información nos golpea la impotencia, el maltrato y la discriminación son ingredientes obligatorios en este cóctel represivo. Lo primero que pregunta el funcionario de guardia en esas oficinas es el oficio, el motivo del viaje y la filiación política, como si eso definiera y justificara los permisos (o las prohibiciones) para casi todo. 
En una ocasión monté una protesta con carteles en el aeropuerto, sin mayor éxito que el de ser trasladada de inmediato a la estación de policía de Santiago de las Vegas, donde una mayor me agredió verbalmente con todos los epítetos imaginables de contrarrevolucionaria y con un extra de chusmería corporal, digno de tal unidad revolucionaria.
Antes de ser capturada, uno de los activistas que le habían negado igual, no la posibilidad sino el derecho de viajar ese día, se me acercó y me dijo bajito: Mira, ya, no sigas... Se refería a no sigas gritando: no grites más nuestros derechos, pues fue lo único que hice. Y esa ha sido la triste actitud de millones de cubanos, ante la mordaza inevitable de un sistema represivo, es mejor callarse de antemano. Así, la callada cómplice nos une y nos separa.
Y como el que no siente, no padece, siendo todos víctimas de un reformatorio surreal infantilista, nos distanciamos según la gravedad de nuestras faltas, para aplacar la gravedad del posible castigo. Pero la sanción puede no levantarse aunque te portes bien. Y así el limbo puede alargarse indefinidamente.
Quién va a solidarizarse con los miles de cubanos que no podrán ya visitar a sus familias en EEUU. O con los que nunca podrán hacer turismo internacional, ni siquiera en el cayo más cercano. No hay concepto más subversivo y libertario que el de un cubano turista, dijo el personaje Nicanor O´Donnell en el decálogo de Eduardo del Llano. Todo lo que implique libertad, ya sea de información, de opinión, de asociación y manifestación, nos estará vedado por ser eminentemente subversivo.
El control migratorio seguirá siendo un instrumento de manipulación ideológica y de coacción política. Experimentar el absurdo migratorio cubano en toda su fuerza y violación de los derechos humanos, empezando por la expoliación que significa hacerse un pasaporte cubano, tanto dentro como fuera del país, es la condena interminable de muchos de nosotros, y la decisión arbitraria caerá sobre nuestras cabezas, protestemos o no.
En 2012, Amnistía Internacional hacía un llamado urgente por la bloguera Yoani Sánchez, demasiadas veces negada a poder viajar, con intervención de la realeza española y presidentas latinoamericanas: veinticinco rotundos NO recibió, por atreverse a llevar un blog de crónicas críticas y tanto peor, recibir importantes premios por ello.
Amnistía nos pedía dirigirnos a las autoridades inmediatamente para pedir que concedieran  a Yoani un permiso de salida para que pudiera ejercer su derecho a salir libremente y regresar a su país.
Recordándoles que el derecho a la libertad de circulación está universalmente reconocido en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del que Cuba es signataria. Y por último, expresando nuestra consternación por las restricciones a la libertad de movimiento impuestas a los ciudadanos cubanos, especialmente a los disidentes y a los periodistas independientes, e instando a las autoridades a poner fin a dichas restricciones.
Cinco años después el panorama solo se ha recrudecido y la solidaridad también se ha disipado, dándole paso a una indolencia generalizada, llanamente manifiesta y despreocupada.
Los cubanos seguimos a disposición y capricho de una orden arbitraria que nos reprime la libertad esencial de ir a donde querramos cuando así lo estimemos. 

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