Recuerdo la emoción que me provocaba la música al correr. Lograba que lo olvidara todo. Escuchaba a Los Van Van, temas de latin jazz, un movimiento de la 5ta sinfonía de Gustav Mahler, temas de Roots, de Sepultura, el Walk de Pantera, Freddy Mercury, José Luis Cortés, y números de Un verano sin ti, de Bad Bunny. No escuchaba música cubana porque me interesara lo nacional, o mis raíces, había renegado de eso o intentaba liberarme de ello, la escuchaba por su calidad musical, por su potencia escapista. Dentro de todos, Freddy Mercury era quien me emocionaba más, me daba un subidón. Al escucharlo me entraban ganas de llorar y lo dejaba salir, lloraba como había visto llorar a evangélicos en templos bautistas, y a veces bailaba, o hacía gestos con la cabeza que me hacían perder el equilibrio o el ritmo del trote o una sincronía que lograba establecer entre el movimiento del cuerpo y los latidos del corazón.: Carlos Melián Moreno
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