Las flores que
le llevé a su tumba en el cementerio de la Calle Ocho de Miami amarradas con
celofán transparente que lleva pegado el eslogan que Lázaro Gutiérrez llevaba
puesto en su pulóver. Muchos de los que
íbamos a bordo lo llevábamos puesto también.
Lema omnipresente en el Exilio cubano por aquellos días.
Que quede claro, Dora Amador en su artículo que cito en el enlace a continuación alude a lo que se rodó tras la tragedia de aquel 2 de septiembre, que la embarcación nuestra, la más grande de la flotilla que había navegado de Nassau a Cayo Hueso estaba comprometida cuando en realidad a nosotros se nos hundió, nos hundió el régimen castrista.
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