Creo que así siempre como más lo voy a recordar, cuando
aquellos encuentros que nos dábamos casi a diario en la biblioteca pública del
Downtown de Miami años atrás. Lo
encontraba enfrascado en algún ensayo suyo o artículo que estaba
preparando. Solía usar una de las mesas
del entonces Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades en el segundo
piso.
Charlábamos sobre los últimos acontecimientos culturales
y de geopolítica. Siempre se interesaba
por mi opinión y “en qué te encuentras trabajando ahora”. Una visión muy diferente a la de la mayoría la
de Jorge. Uno de los seres más
caballeroso y gentil que jamás he conocido.
Difícil de entender en alguien que sufrió ese largo presidio político
suyo.
Hace poco pasó a mejor vida. Su abarrotado velorio un verdadero quien es
quien del Exilio histórico. Nos deja un
enorme vacío donde no se vislumbra el fondo.
Pero la fe de Jorge me contagia y sé que las semillas que el Walt
Whitman cubano sembró abrirán, brotaran la flor.
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