Se me acusa de
haber regresado a La Habana buscando que me publiquen. En realidad, no tengo
ningunas ganas de que me publiquen en Cuba. Quien haya entrado últimamente a
una librería cubana –por ejemplo, a El Ateneo de la calle Línea– entenderá mi
desinterés. Quisiera publicar en México, pero no en La Habana. Por lo menos, no
en La Habana actual. Además: estoy consciente de que mi escritura carece de
interés más allá de las cuatro esquinas de la Diáspora.
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