Habíamos alquilado la embarcación
Agenda Cuba y Cuban American Veterans Association. Eran unos 43 pies de eslora la camaronera que
había llegado de las Bahamas y hacia punta en la flotilla que el régimen castrista
tenía que hundir. Y lo hizo con nuestro
barco yéndose a pique en menos de tres minutos.
Lo sé, fui el último en saltar de la embarcación.
Lázaro Gutiérrez murió al
recogerlo vivo del mar el guardacostas que yo había avisado. El mártir había insistido en montarse en la
camaronera para poder volver a ver a Cuba.
Como llevaba puesto un pulóver NO CASTRO NO PROBLEM era natural concederle
espacio aun ya abarrotado el Sundown II, fatídico nombre resulto ser ese.
Llevaré a su tumba sus
flores como todos los años en aniversario de aquel 2 de septiembre. Lo menos que puedo hacer.
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