Más de medio siglo y el bloqueo o embargo o como más pueda gustar llamar al conglomerado de sanciones económicas contra el régimen cubano por parte de los Estados Unidos, con el objetivo de presionar a los del poder en La Habana a que celebren elecciones libres, liberen a los presos políticos y respeten los derechos humanos, no han logrado los resultados deseados. Hoy Cuba no está más cerca de unas elecciones democráticas que cuando los hermanos Castro tomaron las riendas de la isla el Día de Año Nuevo de 1959. Igualmente sigue teniendo presos de conciencia y violando sistemáticamente los derechos ciudadanos.
Seguir con dicha estrategia que Washington no aplica a otros regímenes represivos como los de China y Rusia, por mencionar a solo dos, ya es como todo el mundo sabe, para ganar votos a nivel local, estatal y federal. ¿Resultados? Ganar elecciones en Estados Unidos y seguir igual Cuba.
Por estos días la administración
Biden-Harris ha dicho que el apoyo a la democracia y los derechos humanos será clave
en su política hacia Cuba. ¿Esos no han sido en gran medida los objetivos de
los gobiernos estadounidenses todos estos años?
Esperar que la dictadura de la isla haga otra cosa que no sea lo que ha
estado haciendo por más de seis décadas es ser bastante ingenuo. Los resultados ya han sido más que probados,
la continuidad del estatus quo.
¿Qué el régimen cubano es terrorista? Sí. ¿Qué los hermanos Castro han sido unos asesinos? Por supuesto. ¿Qué la dictadura viola los derechos de los cubanos todos los días? También es verdad. ¿Qué por todo eso no se debe levantar las sancionas contra el poder en La Habana? Vuelvo a lo antes mencionado, tales sanciones no se les aplica a China, Rusia y demás países con semejantes pedigríes.
En lo personal, abogué y respaldé por muchos años las sanciones de Washington. Desde participar en manifestaciones en dicha capital y en marchas en la Calle Ocho de Miami hasta cabildear en oficinas de congresistas, senadores y oficiales de la Casa Blanca. Recuerdo hace años a asesores de congresistas pidiéndome les entregara datos sobre las diferencias entre China y Cuba para justificar el embargo porque en el Congreso los partidarios del levantamiento de sanciones siempre les sacaban en cara las similitudes de la isla con el país asiático y Estados Unidos no aplicaba la misma política a ambos regímenes que cometían los mismos abusos y censuras. Por mucho que me esmeré, a pesar de mi experiencia, mis años en bibliotecas investigando, nunca pude encontrar y facilitarles lo que me pedían.
Desde mi adolescencia he
estado involucrado en la causa de la liberación de nuestro pueblo. Desde el paramilitarismo hasta la acción
directa con el objetivo de derrocar el sistema comunista cubano que oprime a mi
pueblo. He sufrido en carne propia, para
nada tanto como muchos de mis hermanos y hermanas de lucha, y como muchos de
mis compatriotas “cubanos de a pie”, las consecuencias de más de seis décadas del
castrismo. Por eso me es nada
agradable y me ha sido nada fácil decir lo siguiente, es hora de que Cuba y los
Estados Unidos normalicen relaciones y se levanten las sanciones contra la
dictadura.
Cuba está teniendo un
momento en la historia del presente. Quizás
como nunca, los cubanos estamos más cerca hoy de lograr por lo menos algunos de
los resultados deseados por tanto tiempo.
Una nueva generación está exigiendo con más éxito que la mía y la de mis
padres, se le respete sus derechos, sus deseos de cambio, de libertad. Seguir los Estados Unidos sancionando a Cuba
no agilizará los deseos de esta nueva generación de cubanos como no los agilizó
para las generaciones de sus padres y abuelos.
Los tiempos han cambiado. Nuestras estrategias y la de nuestros aliados deben cambiar también. ¿Quién sabe? Con un cambio de política hacia Cuba por parte de los Estados Unidos nuestro pueblo pudiera por fin verdaderamente mejorar su condición de vida, y hasta impulsar de una vez por todas los resultados que tanto ansiamos.
De lo contrario sería más
de lo mismo con lo mismo con los mismos resultados.
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