sábado, 5 de noviembre de 2022

Cuando las mañanas los domingos de manigua

Los días vienen y los días se van.  Cuando las mañanas los domingos de manigua hoy parecen de otro existir.  Otra vida. 

Como dicen en novelas y películas, parafraseando, cualquier parecido a la realidad no es coincidencia.  Los nombres y los lugares han sido cambiados de vez en cuando.  Me ha dado esa gana. 

Extraño, sí, las extraño.  Aquellas mañanas de aquellos domingos.  Aquellas de Cincuenta y ocho  al frente de unas dos docenas de comandos.  Delta 26 te daba el entrenamiento y hasta fusil de ser necesario, unas cuatro horas de ejercicios a la boot camp y luego almuerzo de arroz con pollo. 

Yo no me quedaba almorzando porque iba corriendo a un por entonces novedoso sports bar a tomar cerveza hasta caer inconsciente ya muchas veces horas después en casa con mujer e hijos. 

Cincuenta y ocho era un tipo cincuentón, simpático.  Simpático no fue cuando destapó a nuestro Jefe de comandos como informante del F.B.I., cosa común de las organizaciones anticastristas de la época.  De aquel exilio cubano. 

 Plasencia se complace entonces en ofrecer conferencia de prensa y Delta 26 deja sabérselo a todos los medios de Miami.  Plasencia era más joven que yo.  Un tipo buena gente y responsable.  Líder de mi patrulla.  Tenía nuestro respeto ganado. 

Sargento yo con fusil en mano en medio de los Everglades.  Muchas veces preguntándome cómo había llegado hasta allí y siempre fascinado con aquellas mañanas en el interior de la manigua, mangroves, pantanos, en fin… The Everglades.

 Todavía a estas alturas de mi vida las huelo.  Aquellas mañanas.

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