Los días vienen y los días se van. Cuando las mañanas los domingos de manigua hoy parecen de otro existir. Otra vida.
Como dicen en novelas y películas, parafraseando, cualquier parecido a
la realidad no es coincidencia. Los
nombres y los lugares han sido cambiados de vez en cuando. Me ha dado esa gana.
Extraño, sí, las extraño. Aquellas mañanas de aquellos domingos. Aquellas de Cincuenta y ocho al frente de unas dos docenas de comandos. Delta 26 te daba el entrenamiento y hasta fusil de ser necesario, unas cuatro horas de ejercicios a la boot camp y luego almuerzo de arroz con pollo.
Yo no me quedaba almorzando porque iba corriendo a un por entonces novedoso sports bar a tomar cerveza hasta caer inconsciente ya muchas veces horas después en casa con mujer e hijos.
Cincuenta y ocho era un tipo cincuentón, simpático. Simpático no fue cuando destapó a nuestro Jefe de comandos como informante del F.B.I., cosa común de las organizaciones anticastristas de la época. De aquel exilio cubano.
Sargento yo con fusil en mano en medio de los Everglades. Muchas veces preguntándome cómo había llegado hasta allí y siempre fascinado con aquellas mañanas en el interior de la manigua, mangroves, pantanos, en fin… The Everglades.
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