En Cuba se ha penalizado tanto, de una forma u otra, a quienes se han expresado libremente a través de las redes sociales, que el temor a visibilizar una denuncia, el pedido de una medicina o reportar la desidia estatal es mayúsculo. La gente siente que tiene que pedir disculpas de antemano por estar ejerciendo su derecho a difundir sus opiniones o a exigir desde que lleguen los alimentos a la bodega hasta que limpien el baño de un hospital. La mayoría se siente obligada a hacer esa reverencia para dejar claro que solo en un caso extremo apela a visibilizar su molestia o su desesperación.
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