Tomas Rodríguez me dijo que Edmundo García quería el número de teléfono de Oswaldo Payá en Cuba pero que no se lo quería dar como tampoco quería reunirse con Edmundo en Tinta y Café aquel día por la tarde. Tinta era decía Tomas, es la embajada de Cuba en Miami. Será el consulado, le respondí bromeando. Las embajadas son en Washington, arremetí.
La cosa era que Tomas,
delegado de Agenda: Cuba en aquel entonces, efectivamente el ultimo delegado
que tuvo la agrupación anticastrista, no teníamos presidente ni secretario
general, esa posición en Agenda se llamaba en sus estatutos (fui quien los paso
en blanco y negro, quien en los últimos tiempos insistía en adherirnos a ellos)
delegado, el delegado de Agenda: Cuba no quería que lo viesen en aquel café entonces
en la Calle Ocho. Un localito que hacia
esquina, casualmente a la izquierda, de un pequeño shopping de vieja escuela en el barrio Brickell de la ciudad. Vete a
verlo tú y mira como te las arreglas para no darle el teléfono de Oswaldo que
eso es lo que él quiere, me instruía Tomas.
Llegué al café minutos antes de Edmundo. En seguida percaté de lo que me había contado Tomas sobre el lugar. Hora del almuerzo y vi con asombro portada de una de las tantas revistas cubanas allí con la imagen icónica del Ché. Allí a plena vista de todos en un local, nada más y nada menos la imagen del Ché en Miami, Capital del Exilio cubano.
Yo estaba sentado frente a
una mesita hojeando una Bohemia en lo
que García entraba por la puerta portando sobre su cabeza
una gorra azul de Los Industriales. Al
divisarme vino hacia mi sonriendo, dándonos las manos preguntó: ¿Y Tomas, no vino? No, contesté, se disculpa no poder
estar, está muy busy hoy con su
pincha de los deliveries. Edmundo cambió la expresión en su cara a una
seria al sentarse frente a mí e inmediatamente fue directo al asunto. Quiero
entrevistar a Oswaldo Payá en mi programa mañana mismo y necesito su contacto. Bien sabia que en Agenda lo teníamos. Por aquellos tiempos en nuestros programas de
radio tempranísimo en las mañanas de fin de semana estaba con nosotros en el
aire frecuentemente. Edmundo quería le pasáramos
el número de teléfono para él comunicarse con Oswaldo y cuadrar una entrevista
en su programa radial de la misma emisora desde donde hacíamos los
nuestros.
Oswaldo es muy celoso con su número telefónico Edmundo, lo puedes
entender. Está paranoico con la
Seguridad, con mucha razón. Pero Edmundo estaba obsesionado con que le
diera el número y yo seguía renuente en dárselo. Tomándonos un café quede con él en ir a su
programa al día siguiente y que desde la cabina de la estación yo llamaría a
Oswaldo. Así pudiera él, tras pasarle a
Oswaldo al aire, hacerle la dichosa entrevista.
Así fue, una de las más insólitas entrevistas por la radio de aquel
Exilio cubano de Miami cuando todavía Edmundo no se había declarado a favor de
la dictadura y todavía la dictadura no había matado a Oswaldo.
Nota del blog: El que
sabe, sabe por qué el titulo de este post.
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