Obama quería acabar con la Ley de Ajuste me dijo, entendía acabar con ella abriera al Gobierno cubano a las reformas. Así volaba mis sesos uno de los de la real vieja escuela con los que degustamos platos criollos en La Casita Restaurant ayer. No los veía desde la partida de este mundo de uno de ellos hace unos meses. Pronto no quedara ninguno y con ellos se irán las anécdotas de lo vivido, sucesos muchos transcendentes de nuestra historia.
El piquete del power lunch lo conformaban plantados, combatientes de El Escambray
y en su momento quienes movían ficha en el Exilio cubano de Miami y dondequiera
que estuviese el asunto cubano, por supuesto también en la Isla. No divulgo nombres aquí aunque a ellos eso
los tuviera sin cuidado, son unos becados
del Combinado del Este, Isla de Pinos y demás escuelas. Algunos ya
jubilados y un par todavía pinchando con unas ocho décadas encima.
Yo estaba por Hillary cuando lo conocí durante su primera
campaña. Conversamos por media hora y salí
fascinado con él. Desde ese momento le
di mi total apoyo. Me decepcionó
durante su segundo mandato al darme cuenta que Cuba no le interesaba. Añadió uno que es exitoso
hombre de negocios y católico laico ferviente, Jorgito en una de nuestras reuniones en aquellos tiempos nos dijo
encabronado que todo lo de la administración era bullshit. Ya con el postre servido contaba, Hería fue castigado, sacado de Santa Brenda y metido en La Ermita por insistir en el trabajo conjunto con la Iglesia de Cuba. Otro disparo a mi cabeza. Padre Hería
me dijo que se había jubilado porque tenía que ahora cuidar a su mamá en Cayo
Hueso. Nada de eso Mickey, eso es lo que
él dice pero lo castigaron como lo hacen con todos los que promueven el
acercamiento con la Iglesia allá.
