viernes, 2 de octubre de 2009

Su primera vez

Su priemara vez
Hebert Domínguez

Como todos los viernes, salía temprano del taller y pasaba frente a su casa, a ver si por casualidad estaban las ventanas abiertas. Esta vez tuve surte, a esa hora sus padres no habían llegado y estaría solo con ella unas cuatro horas. No tuve ni que tocar la puerta, estaba entreabierta y Yeni hablaba por teléfono, me hizo una seña para que entrara y me sentara. Me dediqué a mirarla. Estaba sentada en el sofá con las piernas levantadas y se pasaba un bolígrafo por los labios, con su habitual desenfado en la ropa que llevaba puesta, dejaba imaginar fácilmente qué había detrás de aquel vestidito azul churre. Terminó su conversación y me invito al cuarto de sus padres para ver una película. Allí dentro se estaba bien, una cama amplia y suave y el mueble bien armado con televisor, video y 3 en 1, quedaba justo frente, a eso estaba sumado el clima agradable proporcionado por un aire acondicionado ruso que nos advertía que a pesar de la comodidad no estábamos solos. Me senté en el borde la cama tratando de prestar atención a la pantalla pero no conseguía concentrarme. A petición de Yeni me quité los zapatos y me recosté al espaldar y eso solo empeoró mi situación.
Pasó un rato y al fin se interrumpió el mutis provocado por ¨The Matrix¨, -¿te gusta esa película? , no sé, es una película rara, le respondí. – Hazme cosquillitas anda.
Siempre caía en la misma trampa de las cosquillitas y ella sabía ya como hacer para quedarse dormida, pero esta vez resultó que me sorprendió más todavía. Esta conversación surgió sin aviso y yo me quede pasmado y poco pude hacer cuando me pidió que le escuchara su primera experiencia sexual. A sus trece, ya estaba singando la niña y yo todavía no había visto una vagina en mi vida y casi que cumplía 17 años. Escuché, muy curioso del asunto:
-Ese día no fui a la escuela, me quede en el parque esperando a que llegara Harold, habíamos quedado en vernos para irnos a su casa, el vive solo en un apartamento cerca de la avenida. Cuando entré a su casa nos caímos a besos enseguida, no tuve ni tiempo de mirar el lugar, nos pusimos a apretar y calentarnos en la cama de su cuarto y de pronto sacó un condón y se lo puso casi sin quitarse el pantalón. Yo había ido en uniforme, como tenía que aparentar que iba a la escuela, bueno, me puso una almohada, así, debajo de las nalgas, me corrió el blúmer a un lado y me metió aquello, estuvo moviéndose un buen rato, dentro y fuera, parecía que estaba muy feliz y hasta me besaba con suavidad, hasta que empezó a decir que se venía y se quitó de encima de mí. Después fui al baño a orinar y a lavarme, cuando salí ya Harold estaba cambiado de ropa y me dijo que tenía que salir, lo que suponía que yo tendría que quedarme toda la mañana en el parque esperando hasta mediodía para irme a mi casa.
Ya eran casi las cuatro de la tarde y los padres de Yeni estaban por llegar, nos despedimos y quedamos en vernos más tarde, en el muro. Camino a casa, me fumaba un cigarro y pensaba, ese cuento me había dejado una imagen muy difícil de borrar y sobre todo una pregunta:
¿Y qué carajo quería ella?
Hebert Domínguez, bajista de Porno para Ricardo y uno de los autores del blog aRRoz con pUnK

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