La censura en Cuba es internacionalista, llega hasta los
lugares donde te defienden otros, en otros países. Llega, en la persona de un
funcionario de la embajada cubana, a las universidades donde un profesor que te
ha defendido enseña; llega en la voz de un funcionario de una agencia de viajes
que te aclara que si no quieres tener problema durante tu viaje no contactes al
censurado; llega con una invitación a exponer en La Bienal o en el Museo
Nacional a quien está en desacuerdo con la censura ejercida, con la esperanza
de poderlo callar a cambio de un impulso a su carrera; llega con el descrédito
y los rumores sobre el censurado a todas partes, para crear así un estado de
opinión que desacredite los argumentos en contra de la censura y hagan
deleznable por siempre al censurado.
No creo que ningún museo, ninguna editorial, ninguna sala
de conciertos, ninguna cinemateca en el mundo tenga los recursos para hacer
este tipo de censura, ni tampoco creo que les interese ensañarse en la persona
de esa manera. Me gustaría un día, por curiosidad, saber el presupuesto que se
ha gastado en Cuba para la producción y ejecución de la censura.
La Bienal o en el Museo
Nacional a quien está en desacuerdo con la censura ejercida, con la esperanza
de poderlo callar a cambio de un impulso a su carrera; llega con el descrédito
y los rumores sobre el censurado a todas partes, para crear así un estado de
opinión que desacredite los argumentos en contra de la censura y hagan
deleznable por siempre al censurado.
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