Carta Abierta a la Comunidad Artística Internacional Sobre el Arte y los Derechos Humanos en Cuba
En los últimos cinco años, el mundo del arte internacional ha sido escenario de numerosas polémicas relacionadas con la eticidad de sus vínculos y las decisiones que toma. Artistas, activistas y periodistas culturales de investigación han obligado a esas instituciones a reflexionar si es ético aceptar el apoyo de empresas e individuos que sostienen relaciones beneficiosas con compañías de combustibles fósiles, fabricantes de armas y de fármacos altamente adictivos.
El movimiento #MeToo provocó la ruptura entre instituciones artísticas y presuntos culpables de acoso sexual. La invasión rusa de Ucrania hizo que la presencia de oligarcas rusos en los consejos de administración de museos en Occidente se volviera políticamente inviable. La decisión de rechazar, debido a sus opiniones políticas, a una curadora turca recomendada por un comité asesor para dirigir la Bienal de Estambul, así como los ataques de la prensa de derechas contra un respetado director de museo español, han generado consternación generalizada en el sector artístico.
Desafortunadamente, la creciente represión del gobierno cubano contra los artistas de la Isla, sus persistentes violaciones de derechos humanos y la crisis humanitaria interna de la que es el único responsable, no han recibido un escrutinio suficiente como para provocar preocupaciones éticas con respecto a cooperar con el Estado cubano
Los firmantes representamos a
una comunidad diversa y dispersa de profesionales del arte cubanos y de origen
cubano de dentro y fuera de la isla, que pretende llamar la atención sobre la
situación de nuestra patria. Cuba se enfrenta actualmente a su crisis política,
económica y humanitaria más grave en varias décadas, que nos afecta como
ciudadanos y creadores, y también tiene implicaciones para aquellos extranjeros
cuya “solidaridad” es constantemente solicitada por el Ministerio de Cultura
cubano a través de sus diversos agentes.
Más de 1.000 presos políticos cumplen
actualmente condenas escandalosamente largas por protestar pacíficamente: entre
ellos se encuentran varios de nuestros compañeros artistas. La detención masiva
de manifestantes pacíficos por parte del gobierno cubano en julio de 2021 ha
sido condenada por las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo, Amnistía
Internacional y el Observatorio de Derechos Humanos. Meses de negociación con
el Departamento de Estado de EE. UU. no han dado resultados hasta el momento.
El Vaticano ha implorado en vano la liberación de los presos políticos. El
gobierno cubano no se ha mostrado dispuesto a conceder indultos ni amnistía.
Los cubanos en la Isla se enfrentan a la
escasez de alimentos, medicinas, electricidad y gasolina, así como al colapso
de su infraestructura. La inflación superó el 70% en 2023. El turismo, la única
industria en la que el gobierno invierte, ha caído más del 50% desde el año 2020.
Los dirigentes cubanos han cimentado alianzas con China y Rusia, y apoyado la
invasión a Ucrania. El gobierno presume de un sector privado pretendidamente
pujante al que impone numerosos obstáculos, al tiempo que ofrece sus productos
a precios impagables para la mayoría de sus ciudadanos, todo lo cual ha creado
una división de clases no vista en Cuba en más de seis décadas.
El nuevo código penal estipula que los
ciudadanos cubanos pueden ser condenados a penas de hasta dos años por publicar
críticas al gobierno en las redes sociales, recibir fondos externos para
actividades culturales independientes o participar en actividades que puedan
interpretarse como injerencia en las funciones del gobierno. El efecto
combinado de la violencia estatal contra el pueblo y la creciente miseria
condujo a más de 300.000 cubanos a emigrar durante el pasado año, lo que
representa el mayor éxodo de la historia del país.
Desde 2018, el sector cultural ha sido uno de
los principales objetivos de la represión estatal. Ese año, empeñado en
aplastar la proliferación de proyectos culturales independientes, el gobierno
cubano comenzó a emitir leyes que criminalizan la circulación pública de
cualquier expresión cultural producida sin autorización gubernamental. Los
jóvenes creadores de diversos campos, desde la música a las artes visuales, el
teatro y el cine, han alzado su voz para protestar contra esas medidas, por lo
que han sufrido crecientes oleadas de represión.
En enero de 2021, el Ministro de Cultura
agredió físicamente a un grupo de artistas que le había pedido audiencia
mientras se manifestaban pacíficamente ante sus oficinas para reclamar que la
policía y las fuerzas represivas dejaran de rodear el edificio donde se
efectuaría la reunión. Diversos artistas han sido acosados, interrogados,
detenidos, expulsados de sus trabajos, sometidos a vigilancia y arresto
domiciliario e incluso obligados a exiliarse. Junto a decenas de periodistas
independientes, que han sido objeto de un acoso similar, cientos de jóvenes
creadores han abandonado el país, y a varios de esos trabajadores culturales se
les ha prohibido regresar a la isla.
Estas duras realidades no han impedido que el
Ministerio de Cultura cubano persista en utilizar el arte para rescatar su
imagen pública. Mientras los ancianos pasan hambre porque sus pensiones los
mantienen en condiciones de extrema vulnerabilidad, y mientras un rapero
ganador de un Grammy cumple condena de nueve años de prisión por “difamación a
las instituciones”, el Ministerio de Cultura ha dado luz verde al Havana Art
Weekend, que debe celebrarse en noviembre próximo, con el fin de atraer a la
isla a artistas extranjeros y, con ellos, a posibles inversores, a fin de
ofrecerles una idea de lo que podrán ver en la bienal de arte del próximo año.
Por otra parte, el Ministerio de Cultura
extiende la alfombra roja a las empresas internacionales que sirven los
intereses del Estado, como Galería Continua, y les permite operar en la isla,
al tiempo que prohíbe a los cubanos crear sus propias galerías. Del mismo modo
que el gobierno cubano entabló amistad con famosos intelectuales
latinoamericanos en la década de 1960 a fin de romper el aislamiento
diplomático de la isla, ahora el Ministerio de Cultura se esfuerza por atraer a
otra claque de figuras de alto nivel a las que persuadir de prestar su apoyo y
atraer divisas a una economía que está al borde del colapso.
De la misma manera que en la década del 60 el gobierno cubano envió a sus mejores artistas como diplomáticos para lavar su imagen internacional, los torpes y envejecidos burócratas del Ministerio de Cultura delegan sus campañas promocionales en jóvenes artistas y comisarios considerados políticamente confiables, encargados de crear la impresión de una escena artística contemporánea vibrante y avanzada
El gobierno cubano siempre ha utilizado el
trabajo cultural para crear la impresión entre los extranjeros de que el Estado
es benévolo y apoya la cultura. Como parte de tal esfuerzo, extiende su
influencia más allá de las fronteras cubanas, intentando censurar en otros
países proyectos y exposiciones de artistas cubanos críticos. Siempre han
existido profesionales de las artes que cooperan, a veces porque creen en el
sistema, a veces porque sienten que no tienen otra opción, y otras veces porque
ven en la alianza con el Estado la vía que les asegure el éxito profesional.
Sin embargo, las presiones políticas y económicas que sufren los cubanos no se
esgrimen contra los extranjeros, muchos de los cuales continúan seducidos por
la fantasía política de que Cuba es una utopía socialista.
Es imperativo que los artistas extranjeros
reconozcan que la represión de los artistas cubanos es llevada a cabo por los
mismos burócratas que les dan la bienvenida a la isla, del mismo modo que les
presentan a un grupo selecto de artistas de confianza y organizan sus visitas a
las salas de arte gestionadas por el Estado. Los extranjeros tienen la libertad
de elegir sin coacciones y la posibilidad de informarse sobre las condiciones
en las que los cubanos están obligados a vivir. Les pedimos que lo hagan antes
de caer en la trasnochada narrativa del tiempo de la Guerra Fría que presenta a
Cuba como víctima de la agresión imperialista. El mismo gobierno que se
beneficia de ese apoyo, ejerce formas de represión contra los cubanos que los
artistas extranjeros consideran inaceptables en sus propios países.
Pedimos a los extranjeros que reflexionen
sobre estas contradicciones irresueltas. ¿Por qué la existencia de más de 1.000
presos políticos o la legislación draconiana que criminaliza la labor cultural
independiente han de ser menos cuestionables que el comportamiento sexual
depredador de un individuo poderoso? ¿Por qué es más fácil dejar de hacer
negocios con oligarcas rusos que negarse a colaborar con un gobierno que se
alía con Rusia y encarcela a sus ciudadanos más creativos? ¿Por qué celebramos
el éxito de los activistas en Estados Unidos y Europa que obligaron a los
museos a romper lazos con millonarios que hicieron sus fortunas enganchando al
pueblo a los opioides, e ignoramos a los artistas e intelectuales que ponen en
juego sus medios de vida por denunciar que la élite cubana se enriquece con sus
empresas turísticas mientras que cualquier persona puede ser detenida por
publicar una queja en los medios sociales?
Muchos extranjeros interesados en Cuba desean
convencerse de que visitando la Isla están “ayudando al pueblo cubano” y
“apoyando al arte cubano”. Muchos quieren creer que su sola presencia en la
isla puede alterar la maquinaria de represión estatal. Es necesario que sepan
que los dólares de los turistas van directamente a las arcas del gobierno y se
reinvierten en turismo y policía. En lugar de garantizar la libertad de
expresión de los cubanos, la presencia de personalidades extranjeras del mundo
del arte contribuye a sostener el mito de la Revolución Cubana como proveedora
de cultura.
Quienquiera que desee ayudar a los artistas
cubanos podría considerar comprometerse con las decenas de artistas
independientes cubanos —dentro y fuera de la isla— que se encuentran al margen
de la cultura oficial, luchando por ganarse la vida para que sus historias
sobre nuestro país y su asediado pueblo sean escuchadas. En nombre de la
justicia para nuestros compatriotas injustamente encarcelados, pedimos que los
extranjeros no cooperen con eventos culturales patrocinados por el Estado hasta
que todos los cubanos de la isla sean libres.
Carlos Aguilera
Lester Alvarez
Yissel Arce Padrón
Mónica Batard
Tania Bruguera
Raychel Carrion
Sandra Ceballos
Rafael Diaz Casas
María de Lourdes
Mariño Fernández
Solveig Font
Coco Fusco
Claudia Genlui
Celia Irina González
JuanSi González
Henry Eric Hernandez
Hilda Landrove
Hamlet Lavastida
Reynier Leyva Novo
Julio Llópiz Casal
Camila Lobón
Cirenaica Moreira
Yanelys Nuñez Lleyva
Ernesto Oroza
Samuel Riera
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