Como en este viaje de hace unas semanas, donde todo parecía un sueño. Había regresado después de treinta años, después de una pandemia y de un juicio, pero al mismo tiempo no había regresado. Era como si yo siguiera en Miami, trabajando, con la mente anestesiada y el sol de frente, y cerrara los ojos en un semáforo, y luego me despertara. La conversación y lo que sucedía no estaban formando parte de la realidad. Aquello era un latido, un pequeño latido durante un pestañazo. Además, todo estaba en su lugar: la puerta, la mesa, la silla, el fregadero, la cafetera de una taza, el baño, las cortinas, el armario del primer cuarto que miré sin mirar, el sofá, la virgen, el espejo. Esa casa fue mi casa muchas veces.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario