miércoles, 14 de agosto de 2024

Hoy como ayer

 


Las fotos son mías.  Vivo con la dicha de pasarme los días entre esos dos extremos.  Me pregunto muchas veces cómo me pasaría los días de no haberme mi padre sacado de Cuba junto con mi madre cuando yo de niño.  Seguramente no con tanta dicha. 

Mis padres fueron parte de ese fenómeno cubano llamado exilio histórico.  De los que no volverían a la patria hasta que dejare de ser dictadura comunista. 

Desde fiñe mi papá me inculcó el anticastrismo.  Desde joven me involucré en la causa, la lucha por la libertad de nuestro pueblo.

Así fue que transité de la lucha armada a la cívica pasando de las marchas por la Calle Ocho de Miami a los Everglades, de los Everglades a las flotillas hasta volver a las manifestaciones en las calles.  A ver, lo de las manifestaciones y marchas siempre una constante mía s través de los años, de estas seis décadas vividas. 

Fue cuando regresé a Cuba en el verano de 2009, caminando por el malecón de La Habana, que mirando hacia las 90 millas choque con la realidad de lo ingenuo que fui.  De allá para acá mi visión de lo posible, de la Cuba posible, giró.

Y entonces, pienso, desde entonces puesto para alcanzar desde un pragmatismo que se impone si de resolver de una vez por todas lo nuestro, poder alcanzar qué es lo mejor para los cubanos en la historia del presente.

Y entonces es que ahora mismo vuelve a pasar lo de siempre.  Raíz de la razón fundamental entre las razones por la cual la dictadura castrista ya va para 66 años: el dólar, el verde, poderoso, universal.  Razón por la que se vino abajo, como tantas, la organización anticastrista de la que fui miembro por más de una década.  

Y entonces ahora mismo vuelve a pasar.  Por el billete se arma el chanchullo entre hermanos de causa.  Así más nunca.  Así mejor una Cuba como Vietnam.  Y el que quiera entender que entienda. 


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