Te miras en el espejo y no te reconoces. A ver, cada día te pareces más al viejo. Ves rasgos de la pura. Nada que ver con aquel personaje que fuiste. ¿No hace tanto de eso? Ese personaje vestido de camuflaje con fusil en mano y mochila en la espalda arrastrándose, gateando y cabalgando los Everglades. Ese personaje metido en los manglares no se asoma al espejo donde te ves.
¿Y
entonces? ¿Quién coño es este cincuentón
que ha echado barriga de cervezas, canoso y quedándose calvo? ¿En qué momento llegaste a eso? No hace mucho y hace una década, poco después
de tu mujer dejarte llevándose a los niños no tan niños ya porque te pasabas la
vida borracho y en la manigua. ¡Qué
manera de comer mierda la tuya! Tus
amigos de la high school se pusieron para la universidad pero no
tú. Lo tuyo era campo de tiro y lancha rápida. Ibas a tumbar a Fidel. ¡Qué manera de comer mierda la tuya!
¿Y
entonces? ¿Quién carajo es ese viejo que
reflejas en el espejo y asusta en lo que decides si vale la pena afeitarte las
canas? ¿En qué momento llegaste hasta aquí? No hace mucho y hace una década que te enredaste
con aquella jevita del concierto de Albita en la casa de Merrick en el
aniversario del natalicio del Apóstol.
¿Te acuerdas? ¡Te acuerdas todos
los días maricón! Te acuerdas de ella de
día y de noche. Te acuerdas. De cuando te la ligaste en aquel concierto
que dio Albita cuando llego a Miami de Colombia tras irse de Cuba para un
exilio que como todo lo de entonces, ya no es.
De cuando aquella gozadera, aquella singadera tan rica que se daban y
que por un buen rato interrumpieron tus fines de semana de entrenamientos para
la misión. La jevita te veía todavía
bueno a pesar de tu edad. Te veía patriota
para colmo. ¡Te acuerdas de ella todos
los días cabrón! Añoras sus deliciosas
mamadas y quisieras volver a clavarla como hacías pero tú sabes muy bien que ahora
seria con pastilla y cuidado no se te pare de todas maneras. Y confiésalo, te alivia saber que por lo menos
ella no ha visto como te ves ahora.
Te miras en el
espejo y no te reconoces. A ver, ni a ti
mirándote, ni cuando miras a tus amigos, ni si miraras a tu familia, ni cuando
miras a Miami y ni hablar del Exilio.
Todo ahora es tan diferente. Todo
se te ha vuelto una mierda piensas en lo que te miras en el espejo y de pronto
te viene la idea. Te acuerdas. Todavía tienes la pistola y el cuchillo de
cuando eras aquel personaje que fuiste.
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