martes, 22 de diciembre de 2009

Contracultura digital


CONTRACULTURA DIGITAL
Orlando Luis Pardo Lazo
En la Cuba de la Revolución los años 2000 marcan el boom de la contracultura editorial.
Aunque, en cada generación, los jóvenes escritores desde siempre han intentado fundar sus propios proyectos literarios —siendo el más polémico de todos la revista Diáspora(s) 1997-2002—, es a partir de la llamada Generación Año Cero que se comienza a explotar con gran difusión la vía digital.
Al inicio, dado el escaso acceso a internet disponible dentro de la Isla, los documentos digitales circularon mayoritariamente por correos electrónicos de servidores intranacionales. La pionera de esas revistas completamente al margen de cualquier institución estatal fue Cacharro(s), coordinada entre 2003 y 2006 por el narrador y poeta Jorge Alberto Aguiar Díaz (JAAD).
Cacharro(s) intentó una apuesta por la literatura menor, inclusiva de autores extranjeros y cubanos del país y el exilio (ensayo, prosa y poesía), apostando por un rescate de los autores dejados al margen de nuestro canon literario, e incluso buscando en documentos técnicamente no considerados como literarios.
Cada expediente de Cacharro(s) era apenas un documento de Microsoft Word con textos e híper-vínculos y alguna imagen, pero sin grandes pretensiones de diseño. La revista publicó 9 números que circularon vía e-mail, antes de ser colgados en el sitio web www.cubaunderground.com y finalmente en un blog propio. Cacharro(s) recibió gran presión por parte del campo literario cubano oficial y, de hecho, agentes de la Seguridad del Estado amenazaron a su coordinador para que nunca saliera a la luz pública su número 10, que aún permanece inédito.
Tan pronto esta experiencia comenzó a ser leída y comentada, así como a contar con colaboraciones inéditas de importantes autores cubanos contemporáneos (no sólo jóvenes más o menos desconocidos), otras revistas digitales independientes comenzaron a surgir, sobre todo en Ciudad de La Habana. Las más destacadas serían:
-33 y 1/3 (de Raúl Flores Iriarte). Con casi 15 números desde el 2004, este proyecto continúa publicándose con frecuencia irregular en formato Word de textos con imágenes. 33 y 1/3 se apoya en documentos y traducciones mucho más modernas y de fuentes mediáticas más actualizadas que Cacharro(s), siendo menos selectiva y más light e incluso pop en su poética editorial, significando una verdadera renovación en el catálogo de autores que ha introducido en el siempre desactualizado campo literario cubano.
-DesLiz (de Lizabel Mónica). Es un proyecto multigenérico que incluye un sitio web y una presentación compleja en formato de Power Point. La visualidad de las artes plásticas tiene un papel clave en los dossiers de los 2 números publicados desde el 2007 (el tercero ya está a punto de presentarse en diciembre), pero es básicamente una revista de corte intelectual que apuesta tanto por lo lúdico como por lo conceptual. DesLiz es un documento muy interactivo que, por primera vez en el campo literario cubano, pretende fomentar concursos y premios al margen de toda institución cultural.
-The Revolution Evening Post (de Orlando Luis Pardo Lazo, Ahmel Echevarría y Jorge Enrique Lage). Este e-zine de escritura irregular ha publicado 8 números desde el 2007 en formato pdf. La revista se apoya en un diseño que recicla, en una especie de parching, la imagen comercial de las grandes revistas internacionales. The Revolution Evening Post toma sus colaboraciones como refritos de otros suplementos culturales, sin preocuparse de tener colaboraciones inéditas. Su poética se enfoca en visiones extraliterarias de lo literario que van desde la memoria personal hasta lo político. En su índice, donde nunca aparece la poesía, se incluyen más columnas deconstructivas sobre literatura que textos de literatura en sí. Sus tres autores son casi los únicos contemporáneos cubanos invitados a publicar reiteradamente en sus breves páginas.
Todas estas revistas han sufrido presión por parte de funcionarios del Ministerio de Cultura de Cuba para que se sometan a los interminables y tramposos trámites de registro oficial, así como para que no se presenten en público, ni siquiera en espacios alternativos como el Festival de Poesía de Omni-Zona Franca en Alamar (donde desde el 2007 sí se han presentado a pesar de todo). Por lo demás, muchos de los autores que colaboran con estas u otras revistas contraculturales como Bifronte o Consenso, ambas ya desaparecidas, han recibido advertencias de que es políticamente incorrecto colaborar con tales proyectos independientes.
Actualmente, el foco de la atención creativa alternativa entre los jóvenes artistas parece desplazarse hacia el formato blog, aunque la internet en Cuba continúa siendo una rareza, sobre todo más allá de la capital. Son incontables los sitios y servicios bloqueados por el gobierno sin ninguna explicación. Los cubanos ni siquiera tienen derecho a contratar una cuenta doméstica de internet, por lo que dependen de las carísimas tarifas de conexión destinadas al turismo internacional. Así y todo, hoy existe optimismo de que el virus digital de la libre expresión contamine cada vez más a los nuevos creadores y de que ya ningún censor de la vieja guardia militar pueda detener esta avalancha tanto estética como ciudadana.

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