El viejo me hablaba de la Calle Obispo como si fuera un lugar maravilloso. Calle de los comerciantes. Siempre llena de gente, siempre animada. El viejo tenía razón. Como tantas veces la ha tenido. Estoy seguro que estaba caminando conmigo cuando caminaba ese lugar maravilloso. Y yo diciéndole: “Tenias razón papa”.
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