domingo, 14 de noviembre de 2010

Cuba y Estados Unidos

“…La economía cubana, hasta donde se sabe, se deteriora día con día. No lo dicen los “gusanos”, los “agentes de imperialismo” (como yo), o George Bush y socios, sino el propio Raúl Castro y varios economistas cubanos. Además de la imposibilidad financiera de mantener a una porción tan gigantesca de la población “trabajando” en el Estado que ocasionó el anuncio del supuesto e inminente despido de medio millón de ellos, el régimen enfrenta un reto más profundo.
Según datos filtrados a ciertos medios, 75% de los ingresos en divisas provienen de la exportación de médicos, instructores deportivos y personal de seguridad, lo que eufemísticamente se llama servicios profesionales. Esto representa el triple del ingreso por turismo (Pavel Vidal Alejandro, “El rompecabezas monetario y financiero cubano”, Real Instituto Elcano, España, octubre 15 de 2010), y deja un espacio pequeño para las remesas de Miami y el níquel. Es una sociedad que básicamente no hace nada, esperando el dinero, como el Coronel Aureliano Buendía, de Florida o de Venezuela.
Como los Castro saben que esto es insostenible, apostaron al acercamiento con la Unión Europea y con Obama para obtener acceso a créditos, incrementar el turismo y atraer inversión extranjera. Con la UE no han logrado casi nada, pero con Obama pudieron obtener la supresión de las restricciones a los viajes para los cubano-americanos (que, por ejemplo, ha implicado que el número de vuelos de Miami a La Habana pasara de dos diarios con Bush a 12 diarios ahora) y pensaban que se encontraba a la vuelta de la esquina tanto la posibilidad de viajes ilimitados para norteamericanos sin familiares en Cuba, como la eliminación de otros capítulos menores del llamando bloqueo.
Con la llegada de Ileana Ros-Lehtinen a la presidencia del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, de Connie Mack a la presidencia del Subcomité del Hemisferio Occidental, y de Marco Rubio al Senado, esas esperanzas se han desvanecido. A menos de que la legislatura saliente vote antes de Navidad el levantamiento a las restricciones a los viajes, no parece posible que con estos nuevos personajes estridentes, y en el tema de Cuba extremistas, sea posible darle la vuelta a la llamada Ley Helms-Burton, que convirtió en acto del Congreso el embargo de Kennedy en 1960 que era un decreto del Ejecutivo. Estos personajes cuentan con la fuerza necesaria para parar cualquier iniciativa en el Congreso, y para hacerle la vida de cuadritos a Obama si decidiera, a cambio de nada, seguir la vía unilateral.
Muchos partidarios del acercamiento entre Washington y La Habana pensaron que con Obama, con la derogación de la suspensión de Cuba de la OEA hace un año, y con la mejor disposición de la comunidad cubana en Estados Unidos, sería posible el deshielo incondicional. A menos de que ocurra un milagro en las próximas semanas, eso no va a suceder. Lo cual lleva al dilema de siempre: los Castro quieren todo a cambio de nada, porque sólo así creen que conservan la dignidad; o no quieren todo, más bien quieren nada, es decir, prefieren perpetuar el divorcio entre Cuba y Estados Unidos, porque les conviene. Les conviene porque ese divorcio ha sido un factor fundamental en su concubinato con la sociedad cubana. Alegar, como lo hace mucha gente de buena fe, que por esto a Estados Unidos le conviene levantar unilateralmente el embargo es ignorar lo esencial: por un lado, la política interna dentro de Estados Unidos; y, por el otro, lo terriblemente insignificante que se ha vuelto Cuba para Estados Unidos y el mundo”.

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