miércoles, 1 de febrero de 2012

La cafetería del matrimonio unionense

Le pasaba por delante todos los días al mediodía rumbo a Gesú. La cafetería del matrimonio unionense llevaba años allí en la misma cuadra de la primera Iglesia católica de Miami.



Los dueños de la cafetería habían llegado de Unión de Reyes al principio del Exilio como la abrumadora mayoría de los cubanos entonces, con una mano adelante y otra detrás.



La cosa es que se pusieron los dos a trabajar como unos mulos y ahorraron, en aquellos tiempos se ahorraba, se podía ahorrar, y montaron el business de la cafetería en un par de años. Bueno, quizás exagero con lo de en un par de años, pero la verdad es que ya para los 70 la cafetería estaba bien establecida en el Downtown.



La cafetería era una mina de oro. Ubicada en la misma cuadra de la Iglesia, parada de guagüitas, y variedad de tiendas del barrio, aquello era una mina. Con el pasar de las décadas se convirtió en una especie de bodeguita también, lo que creció el negocio aún más.



La cosa es que un día, hace como un año, la propietaria ya en su tercera edad, me contesta que murió cuando le pregunto por su esposo. Poco después la unionense puso el negocio en venta y no duro mucho en venderlo. Aquello, repito, era una mina.



La cosa es que un día, hace como un año, a la cafetería le dan un facelift los nuevos dueños, una pareja joven, ecléctica, y la cafetería pasó a ser bakery y restaurant gourmet.



La cosa es que el otro día, hace como una semana, me doy cuenta que el negocio cerro. Me dio tristeza. Ya me había dado eso con lo de la metamorfosis que había sufrido lo que una vez fue por mucho tiempo, una mina de oro, la cafetería del matrimonio unionense.

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