He compartido con Carlos Saladrigas y Marcelino Miyares lo suficiente para tener una buena idea de cómo piensan, como son estos dos compatriotas míos. Ambos cubanos, hombres de éxito, hombres de negocios, hombres de familia, católicos practicantes, y en la política, piensan lo más parecido posible que dos cubanos puedan. Porque todo el mundo sabe que no hay dos cubanos que piensen igual. Pero estos dos más no pueden parecerse en sus formas de pensar. Sobre todo cuando de Cuba se trata. Es bien conocido que ambos están a favor de una transición pacífica para la isla y abogan por la reconciliación plena entre todos los cubanos.
Ambos desean ir a Cuba ahora para la visita del Papa. Ya Saladrigas ha viajado a la isla, a invitación de la Iglesia de Cuba, en dos ocasiones recientemente. Sin problemas. Por eso me ha sorprendido la noticia de la negativa del régimen de La Habana con Miyares a no dejarle entrar a su país. Unos si y otros no. Ya sabemos los cubanos como juega ese juego el régimen con nosotros. Sin dudas los que mandan en La Habana quieren que aprendamos las reglas de dicho. Que no nos quepa la menor duda ya a estas alturas, las reglas de ese juego suyo son arbitrarias. Totalmente.
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