viernes, 22 de marzo de 2013

Javier Montenegro Naranjo: Los muertos vivientes de la prensa

Un amigo se molestó mucho cuando traté de explicarle por qué para mí la peli Juan de los Muertos era buena: los zombis. Los cubanos somos una masa inamovible de muertos vivientes en espera de un ser vivo para devorarlo, lo cual está muy bien representado en la cinta. Estos personajes de la cultura pop tienen un pacto ético muy raro: son incapaces de comerse entre sí. Lo de ellos es la carne fresca, y si es cerebro, mucho mejor.

Quizás el apetito desenfrenado por la masa gris sea una metáfora. Pensar es indicio de estar vivo, y eso no puede ocurrir en tierra de zombis.

Yo no recuerdo ningún film de zombis donde después de la crisis y del caos, se regrese al equilibrio. El postapocalipsis es un escenario habitual en la ficción y por regla general, nunca se restablece el orden. Así pasa en Cuba. El periodismo está en un punto irreversible y sin solución. A veces aparece un rebelde que con pluma en mano, micrófono a veinte centímetros de los labios o cámara de por medio, lucha por sobrevivir en una prensa inexistente.

De vez en cuando se encuentra con otros luchadores como él, o con viejos cansados de nadar a contracorriente; los más jóvenes comparten experiencias y prometen cambiar el mundo; los que llevan más años en este negocio los miran con ojos húmedos y sonrisa descreída mientras dicen “ustedes son jóvenes, ustedes pueden”. ¿Qué más van a decir? La creencia de que un cambio para bien se aproxima desapareció con los años. La esperanza no es más que la prolongación de la espera.



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