No hace falta tener una bola de cristal para poder ver que el cardenal cubano Jaime Ortega resuelve. Eso es lo que ahora mismo está haciendo en Washington, resolviendo. Igual hizo alrededor de estos días el mes pasado en esa misma capital. La diplomacia va a su ritmo, casi siempre más lento de lo que uno quiere, pero el cardenal está probando ser efectivo. Nadie que esté al tanto del tema de las recientes e históricas excarcelaciones de prisioneros políticos en Cuba, puede negar que Ortega ha sido instrumental para que dichas se hicieran y se sigan haciendo realidad.
No tengo bola de cristal, pero vaticino excarcelaciones de presos de conciencia en Cuba con destinos a EEUU, de no darse en vuelos directos, entonces por terceros países, léase España. No debe extrañar que el máximo representante de la Iglesia cubana fuera quien resolvió que el Gobierno estadounidense ofreciera acoger al ex preso parapléjico Ariel Sigler. También no debe dar sorpresa que el buen pastor matancero este resolviendo una mejor relación entre Cuba y EEUU, en materia de relajamiento de las sanciones económicas contra Cuba por la parte norteamericana, y por la parte criolla, una baja de retorica contra los yumas.
¿Qué Jaime Ortega no es santo de devoción para muchos? Sí, pero el cardenal cubano resuelve. ¿Y que de malo tiene eso?
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