DURANTE los últimos 50 años el liderazgo en Cuba ha sido restringido a una sola persona: Fidel Castro Ruz. Incluso hoy, dos años después de que su hermano Raúl Castro asumiera el poder, cuando eventos extraordinarios se suceden en la política nacional, vemos al Comandante en Jefe reaparecer para dejar claro que él es la voz, el medio, y el ejecutor único e ineludible de cualquier cambio en el devenir cubano.
Sumado a lo anterior, se le llama en los medios masivos de difusión "Máximo Líder", lo cual implica una carga semántica importante: perpetuo, poderoso, omnipresente. Noción en fuerte oposición con los intereses de las nuevas generaciones y en detrimento del concepto que los más jóvenes pueden hacerse del liderazgo y por ende, del líder.
Esto ha traído como consecuencia que la definición de líder esté distorsionada y la dinámica de liderazgo sea equívoca. Las trabas directas sobre las libertades políticas y de expresión han ocasionado que personas que, en socie-dades abiertas hubiesen podido redi-mensionar sus discursos, se hayan visto alterando sus propuestas en vistas a llegar a diferentes minorías dentro de la sociedad cubana.
El sistema de valores de la sociedad, sobre todo de aquellos nacidos después del año 1975, se vio seriamente conmocionado después de la desintegración de la Unión Soviética. La consecuencia directa de este derrumbe sobre la economía nacional propició el resurgimiento del negocio familiar privado, fundamentalmente el alquiler de habita-ciones, la gastronomía, el comercio ile-gal de artículos de la canasta básica, la entrada de remesas del exterior y un auge que podríamos llamar astronómico del mercado negro e informal.
El sistema de valores de la sociedad, sobre todo de aquellos nacidos después del año 1975, se vio seriamente conmocionado después de la desintegración de la Unión Soviética. La consecuencia directa de este derrumbe sobre la economía nacional propició el resurgimiento del negocio familiar privado, fundamentalmente el alquiler de habita-ciones, la gastronomía, el comercio ile-gal de artículos de la canasta básica, la entrada de remesas del exterior y un auge que podríamos llamar astronómico del mercado negro e informal.
Todo ello fue tolerado en mayor o menor medida por el Estado, de acuerdo a la necesidad de supervivencia del mismo. No era posible mantener el dogma sin comida, y se estableció una relación de dependencia vital entre la política socialista y su enemigo ideológico número uno, el mercado, que renació en los años noventa en todas sus variantes posibles: paralelo, negro, mixto, campesino, etc.
Esta nueva ola de personas econó-micamente independientes del sistema y el surgimiento del llamado "trabajador por cuenta propia" dieron al traste con uno de los pilares de la doctrina comu-nista: la propiedad social sobre los medios de producción; y por ende calaron la ideología de las generaciones que crecieron en el centro de estos cambios.
Esta nueva ola de personas econó-micamente independientes del sistema y el surgimiento del llamado "trabajador por cuenta propia" dieron al traste con uno de los pilares de la doctrina comu-nista: la propiedad social sobre los medios de producción; y por ende calaron la ideología de las generaciones que crecieron en el centro de estos cambios.
Es por lo anterior que de forma más o menos sutil en Cuba las voces jóvenes niegan en muchos sentidos ser calificadas como líderes o revolucionarias —otra de las palabras que ha bifurcado su semántica, adquiriendo una connotación social y política opuesta a la original: revolucionario es aquel que apoya La Revolución Cubana y a sus líderes históricos, o sea, que revolucionario ha devenido sinónimo de reaccionario—, y los jóvenes prefieren adjetivos menos enérgicos como "vanguardia", "ciudadano independiente", "performer", "periodista independiente" o "artista independiente".
Todo hace referencia al concepto económico de "por cuenta propia", que prioriza la independencia total de la actividad realizada con respecto al Estado.
En otros casos, esta juventud se asume como revolucionaria, pero marcando explícitamente la diferencia de la línea oficial a través de la negación de la Revolución como proceso histórico de
50 años: Revolución implica cambio mientras que el Estado y el gobierno representan un statu quo, por tanto la Revolución Cubana ya no es revolucionaria. Entonces vemos surgir nuevos slogans y conceptos como Re-evolución o "La Revolución empieza ahora", ambos del grupo de rap "Los Aldeanos".
Junto al trabajo privado en el sec-tor de la producción y los servicios, se fundan dentro del país las galerías inde-pendientes: Espacio Aglutinador (1994) —por Sandra Ceballos y Ezequiel Suárez—, donde se pretendió ante todo eliminar la llamada "curaduría oficial", más cerca de la Moral Socialista que del Arte. Se conforman grupos performá-ticos que presentan una visión crítica de la sociedad cubana y hacen énfasis en las libertades individuales: el grupo de acción callejera y poesía Omni-Zona Franca (1997). Tania Bruguera funda la cátedra de Arte-Conducta (2002). Surgen publicaciones impresas independientes: revista Vitral (1995), bajo la égida del Centro de Formación Cívico Religiosa y dirigida por Dagoberto Valdés, quien es a la postre separado del consejo de redacción (2007) e inaugura un año más tarde Convivencia en formato digital. La revista literaria Diáspora(s) (1997-2002), por Rolando Sánchez Mejías, Carlos Alberto Aguilera y Pedro Marqués de Armas, entre otros. Se renueva, además, el movimiento de periodistas independientes, que pretendió sobre todo darle cobertura a aquellos eventos ignorados por la prensa oficial: promocionar la sociedad civil cubana, darle luz a las columnas de opinión libres, y cubrir los movimientos de oposición, poco conocidos entre los ciudadanos debido al control estatal sobre la información y la represión política.
Todo hace referencia al concepto económico de "por cuenta propia", que prioriza la independencia total de la actividad realizada con respecto al Estado.
En otros casos, esta juventud se asume como revolucionaria, pero marcando explícitamente la diferencia de la línea oficial a través de la negación de la Revolución como proceso histórico de
50 años: Revolución implica cambio mientras que el Estado y el gobierno representan un statu quo, por tanto la Revolución Cubana ya no es revolucionaria. Entonces vemos surgir nuevos slogans y conceptos como Re-evolución o "La Revolución empieza ahora", ambos del grupo de rap "Los Aldeanos".
Junto al trabajo privado en el sec-tor de la producción y los servicios, se fundan dentro del país las galerías inde-pendientes: Espacio Aglutinador (1994) —por Sandra Ceballos y Ezequiel Suárez—, donde se pretendió ante todo eliminar la llamada "curaduría oficial", más cerca de la Moral Socialista que del Arte. Se conforman grupos performá-ticos que presentan una visión crítica de la sociedad cubana y hacen énfasis en las libertades individuales: el grupo de acción callejera y poesía Omni-Zona Franca (1997). Tania Bruguera funda la cátedra de Arte-Conducta (2002). Surgen publicaciones impresas independientes: revista Vitral (1995), bajo la égida del Centro de Formación Cívico Religiosa y dirigida por Dagoberto Valdés, quien es a la postre separado del consejo de redacción (2007) e inaugura un año más tarde Convivencia en formato digital. La revista literaria Diáspora(s) (1997-2002), por Rolando Sánchez Mejías, Carlos Alberto Aguilera y Pedro Marqués de Armas, entre otros. Se renueva, además, el movimiento de periodistas independientes, que pretendió sobre todo darle cobertura a aquellos eventos ignorados por la prensa oficial: promocionar la sociedad civil cubana, darle luz a las columnas de opinión libres, y cubrir los movimientos de oposición, poco conocidos entre los ciudadanos debido al control estatal sobre la información y la represión política.
Este auge de la producción literaria, cultural y periodística alternativa se vio seriamente afectado, entre otras causas, por el fracaso del sueño de la "Glasnost" y "Perestroika" en Cuba, la emigración de muchos de los artistas, la institucionalización de los proyectos, la censura de los medios y la represión —que tuvo su máxima expresión en el año 2003 con el encarcelamiento de 75 opositores al régimen, entre ellos 20 periodistas independientes, condenados a penas de hasta 30 años de privación de libertad—, que ca-laron la incipiente sociedad civil, la cual se vio obligada a "matizar el discurso", a "negar el discurso anterior", a radicalizar posturas, o simplemente a buscar nuevas vías de difusión para sus propuestas, entre ellas el formato digital.
A partir de 2005 nuevas publicaciones alternativas surgen dentro del marco de la tecnología informática y potencian su difusión: revista literaria Cacharro(s) (2003-2005), por Jorge Alberto Aguiar Díaz, Pia McHabana (Orlando Luis Pardo Lazo) y Lizabel Mónica; 33 y 1/3, por Raúl Flores y Jorge Enrique Lage. Se in-cursiona en la prensa digital y los sitios webs publican los trabajos de la prensa alternativa, vanguardia de la publicación digital en sitios administrados desde el extranjero como Cubanet, Cubanuestra y Cubaencuentro. Se funda la revista Consenso (2004), cuya webmaster sería tres años más tarde la precursora del movimiento de blogs dentro de la isla, Yoani Sánchez de Generación Y, y se convierte la tecnología en el soporte para la voz de una generación que no encuentra ningún otro medio donde expresarse.
A partir de 2005 nuevas publicaciones alternativas surgen dentro del marco de la tecnología informática y potencian su difusión: revista literaria Cacharro(s) (2003-2005), por Jorge Alberto Aguiar Díaz, Pia McHabana (Orlando Luis Pardo Lazo) y Lizabel Mónica; 33 y 1/3, por Raúl Flores y Jorge Enrique Lage. Se in-cursiona en la prensa digital y los sitios webs publican los trabajos de la prensa alternativa, vanguardia de la publicación digital en sitios administrados desde el extranjero como Cubanet, Cubanuestra y Cubaencuentro. Se funda la revista Consenso (2004), cuya webmaster sería tres años más tarde la precursora del movimiento de blogs dentro de la isla, Yoani Sánchez de Generación Y, y se convierte la tecnología en el soporte para la voz de una generación que no encuentra ningún otro medio donde expresarse.
La llegada de la era digital abrió una grieta en el muro de control estatal sobre la información, lentamente el desarrollo —inherente al ser humano— rompió el cerco y llegó a cambiarnos la vida. El mundo de la informática creó posibilidades infinitas —aun no estamos ni a mitad de camino— y a pesar de las regulaciones que impedían al ciudadano cubano obtener por vías legales computadoras —esta ley fue eliminada en 2008— o acceder a Internet —aun sigue vigente—, gracias al eficiente mercado negro se salía poco a poco del desamparo tecnológico.
Una imprenta, un radio o una grabación en cassette, además del terrible riesgo legal que suponían, necesitaban una infraestructura mucho más compleja que un documento de Word en una memoria flash. Los jóvenes supieron aprovechar esta ventaja que les permitía, más allá de burlar la censura, saltarla completamente como si no existiera.
El carácter underground de las producciones digitales alternativas —blogs, revistas, envíos masivos de email por correos .cu, e incluso el uso de la web 2.0 para denuncias, por ejemplo, twittear sobre golpizas y arrestos, etc— agudizó el antagonismo entre el discurso oficial que se muestra en los medios masivos de difusión y esta otra visión de la realidad condenada a los kilobytes: los sin tierra de la red.
Una imprenta, un radio o una grabación en cassette, además del terrible riesgo legal que suponían, necesitaban una infraestructura mucho más compleja que un documento de Word en una memoria flash. Los jóvenes supieron aprovechar esta ventaja que les permitía, más allá de burlar la censura, saltarla completamente como si no existiera.
El carácter underground de las producciones digitales alternativas —blogs, revistas, envíos masivos de email por correos .cu, e incluso el uso de la web 2.0 para denuncias, por ejemplo, twittear sobre golpizas y arrestos, etc— agudizó el antagonismo entre el discurso oficial que se muestra en los medios masivos de difusión y esta otra visión de la realidad condenada a los kilobytes: los sin tierra de la red.
Mientras el acceso a información "independiente" se desarrolla y, a pesar de las enormes limitaciones, el acceso a Internet por vías "no autorizadas" aumenta, y el uso de celulares y de cualquier tipo de soporte de información se generaliza —sobre todo en las capitales de provincia, porque fuera de las ciudades principales el nivel de pobreza es muy alto—, el discurso oficial no sólo mantiene su línea, sino que recrudece su discurso sin intensión aparente de "diálogo" con los más jóvenes: la dirección histórica de la Revolución es la única capaz de conducir el país.
Por razones naturales el futuro de Cuba pertenece a una nueva generación, que a pesar de no haber sido educada en condiciones de libertad ha sabido encontrar sus propios subterfugios libertarios. La tecnología, los celulares, las computadoras no están llegando a Cuba por voluntad política, sino porque la voluntad política es impotente ante la invasión tecnológica y, lentamente, el siglo XXI se abre paso dentro de la isla.
Innegablemente un nuevo líder le habla al cubano, uno democrático, joven y autónomo: la información. Cuba es el país con menos conectividad del hemisferio occidental. Según cifras del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, sólo el 10% de la población tiene acceso a la red —se toma en cuenta tanto el acceso a la red local nacional como a Internet. A pesar de ello, los jóvenes han encontrado en los blogs, los periódicos digitales y las revistas online, un instrumento invaluable para la libertad de expresión.
Sin embargo, la difusión no está restringida al acceso virtual, sino que los soportes digitales —memorias flash, CDs, DVDs, tecnología Bluetooth y tarjetas SIM— se han convertido en los mayores diseminadores de una información que impresa en papel se considera delito, pero que en datos electrónicos es ignorada por el código penal.
Por razones naturales el futuro de Cuba pertenece a una nueva generación, que a pesar de no haber sido educada en condiciones de libertad ha sabido encontrar sus propios subterfugios libertarios. La tecnología, los celulares, las computadoras no están llegando a Cuba por voluntad política, sino porque la voluntad política es impotente ante la invasión tecnológica y, lentamente, el siglo XXI se abre paso dentro de la isla.
Innegablemente un nuevo líder le habla al cubano, uno democrático, joven y autónomo: la información. Cuba es el país con menos conectividad del hemisferio occidental. Según cifras del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, sólo el 10% de la población tiene acceso a la red —se toma en cuenta tanto el acceso a la red local nacional como a Internet. A pesar de ello, los jóvenes han encontrado en los blogs, los periódicos digitales y las revistas online, un instrumento invaluable para la libertad de expresión.
Sin embargo, la difusión no está restringida al acceso virtual, sino que los soportes digitales —memorias flash, CDs, DVDs, tecnología Bluetooth y tarjetas SIM— se han convertido en los mayores diseminadores de una información que impresa en papel se considera delito, pero que en datos electrónicos es ignorada por el código penal.
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