skip to main |
skip to sidebar
Lo «grande» que algunos piden puede, a destiempo, semejar una explosión o una implosión. Y no creo exagerar. Y debo advertir, si mi opinión fuera atendible, que cambiar o renovar un organismo en nuestra circunstancia supone un proceso que excluye la demolición. Esto es, nada se podrá modificar echándolo abajo de un golpe. Si ello sucediera, el cambio no sería dentro de la misma armazón, sino en un nuevo esqueleto, y ya, desde luego, no seríamos los mismos.
No soy iluso, ni ingenuo, que son los insultos aparentemente benignos con que a veces unos u otros pretenden invalidar el juicio opuesto al suyo. No obstante decretos leyes tan principales que aumentan el espacio democrático de los ciudadanos, como la venta de casas y de autos, y otros como la extensión del trabajo por cuenta propia, la venta directa de los productores agropecuarios a los establecimientos del turismo, los créditos bancarios a productores para invertir y a ciudadanos para edificar sus viviendas, a mi juicio, sin ilusionarme en exceso, resulta previsible un período de contradicciones y paradojas. Pues si hablamos de proceso, de gradualidad para aplicar la estrategia aprobada en el Sexto Congreso del Partido y que tuvo como fundamento más de setecientas mil sugerencias de la ciudadanía; si hablamos de proceso, pues, lo que ha ganado vigencia legal hasta este minuto, es solo una mínima parte del programa. Por tanto, es natural que aún suframos contradicciones.
¿Cambian las cosas en Cuba? Si yo lo dudara sería por mi pesimismo, por mi corta vista, o intereses incompartibles con los intereses dominantes, y para entender y apoyar las tendencias más creadoras, más empeñadas en cambiar, yo tendría que cambiar. Pero, a mi modo de ver, con la experiencia de más de 40 años acompañando la combatida, irregular, audaz historia de la Revolución Cubana, me parece que Cuba no es la misma de ayer siendo, en esencia, igual. Esta paradoja no es difícil de interpretar. Cada vez me sorprendo con lo que aparece en la Gaceta de la República, y sobre todo me sorprenderé con lo que todavía no ha aparecido, ni se ha escrito y, de seguro, habremos de escribir. Y me doy cuenta de que la esperanza se edifica con pequeñas grandes cosas. Día a día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario