martes, 15 de mayo de 2012

Ernesto de Cuba, de México





Conocí a Ernesto Lozano en el otoño del 2009.  Me impresiono su energía, su gentileza.  Esto último no siempre se encuentra en las personas, en el cubano.  Ernesto, Pop personificado, de esos cubanos que encuentran el éxito en el extranjero.  Cubano de los que se asimilan en el exterior de tal manera que se mutan nativos de esos lares que les toca vivir.  Para Ernesto, México, Ciudad de México, para ser más concreto.  Pocos conocen la capital azteca como él.  Cuna de muchas de sus mejores obras.  Parte de su costumbre cotidiana, Ernesto, de esos que se levantan temprano en la mañana para hacer jogging y luego a trabajar. 



Mexicano, Ernesto nunca ha dejado de ser cubano, holguinero, para ser más concreto.  Un ser universal.  Este fin de semana que pasó me enteré que había fallecido en su México lindo.  La noticia me dejo consternado.  Una muerte de esas que dan de pronto.  Deja Ernesto una obra maravillosa.  Obra que lo tendrá a él entre nosotros para siempre.  Lo recordaré como lo recuerdo ahora, preocupado por Cuba, haciendo por ella lo que estaba a su alcance.  Lo recordaré como lo recuerdo ahora, lleno de energía, gentil.  Sus restos llevados a su natal Holguín, abonando, como de costumbre en él.

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