sábado, 8 de enero de 2011

Decir que estamos bordeando el precipicio significa: que estamos bordeando el precipicio

¿Qué pasa entonces cuando todo el mundo sabe que el sistema no sirve y que tiene que cambiar, cuando llega al convencimiento de que no puede esperar nada de la dirigencia que impuso ese modelo y que durante más de 50 años no ha sido capaz de una solución seria y realista, cuando incluso se ha tomado el camino de la terapia de choque al estilo neoliberal más brutal de despidos masivos y recortes o supresión total de los beneficios sociales? Pues se genera un clima revolucionario, término este --``revolucionario''-- que nada tiene que ver con el sentido en que lo usa la inmensa mayoría de los cubanos y con el cual muchos opositores siguen honrando a la dirigencia cubana. Precisamente el General ahora afirma que lo que viene es ``una revolución dentro de la revolución''. De que viene, viene, pero no dentro de lo que no existe.
Excepto Rusia, ninguno de los países de Europa del Este --donde el modelo fue impuesto a la fuerza desde el exterior--, llegó al grado de centralización que alcanzó Cuba, pues siguió existiendo la pequeña propiedad y ciertos remanentes de la sociedad civil. En Rusia, sin embargo, cuando el régimen implosionó, se creó un vacío de poder que fue ocupado por grupos sectarios de amigos --``familias''-- provenientes en su mayoría de la KGB o de los estamentos burocráticos. Este peligro acecha en cada recodo de una posible transición: un capitalismo salvaje de mafias empresariales. Lo que pudiera marcar la diferencia es la existencia, por una parte, de una disidencia muy diversa en la marginalidad social con varios proyectos de reconstrucción social, y por otra de tendencias contestatarias dentro del sector legal y oficialista, con propuestas programáticas para una sociedad participativa. Todos apuntan hacia el desmantelamiento del Estado como administrador de bienes de producción.

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