Bueno a ver, “La organización anticastrista que termino como todas las demás del Exilio” es el título de este post, pero en verdad no todas las organizaciones anticastristas del Exilio han terminado igual. O sea no todas han terminado en cero. Con una lupa, bien grande eso sí, todavía se ven una que otra agrupación del Exilio cubano haciendo algo. No mucho, pero algo.
Bueno a ver, voy al caso. La organización anticastrista que termino como todas las demás del Exilio se fundó inmediatamente después del Maleconazo. Era entonces otro Exilio al de hoy y por supuesto, otra Cuba a la de ahora. La tarjeta de presentación de la organización era un lema que pego, literalmente porque se hizo omnipresente a finales del 94 y todo 95, ya que se dio a conocer popularmente por medio de calcomanías, bumperstickers como le dicen los yumas. No hubo antes ni después, lema que pegara más en el Exilio.
La organización anticastrista que termino como todas las demás del Exilio fue una esperanza en su día. Un aire fresco para una Calle Ocho que envejecía. La organización adquirió la etiqueta de joven, a pesar de que ninguno de sus miembros tenía menos de 30 años de edad. Entre la membrecía de la agrupación solo éramos dos o tres con treinta y pico.
Fue mi papa quien me puso al tanto de la otrora recién organizada organización. Se ha dicho que soy de los fundadores de ella, pero no es así, ya la organización existe cuando entro en sus filas meses después de fundada.
Como decía, el Exilio era otro entonces. La organización fue en efecto, por años después de fundarse, un aire fresco de activismo cívico en el Exilio de Miami, aunque la agrupación tenía cedes por todo el mundo. Después de Miami, primordialmente en Union City, New Jersey. La conexión con New Jersey se debía a que muchos de los miembros habían sido compañeros de lucha décadas antes, en otra organización anticastrista que termino como todas las demás del Exilio. Aquella, estudiantil y muy activa en Union City, Nueva York y Chicago.
Al principio la organización, razón de este post, trabajaba muchos de sus proyectos junto al Movimiento Democracia. Primero de forma informal y luego más formal. A tal punto, que mucha gente me asociaba con el Movimiento. Que si “Oye dile a Ramón Saúl” esto o aquello. A decir verdad, me sentía parte de ellos, sentía gran admiración por Ramón Saúl Sánchez y toda aquella familia que era Democracia. Ese sentir mío no era compartido por todos en la organización anticastrista que termino como todas las demás del Exilio. Eso debió haber sido mi primera señal de que no todo iba a ir viento en popa para la organización a la que yo en realidad militaba.
Nota del blog: Para no aburrir mucho con un post larguísimo, este es el primero de varios, prometo no muchos, sobre el tema en cuestión.
3 comentarios:
Esto promete ser una interesante historia....
Coño Charlie si tú piensas que hay esa promesa, quizás entonces… Ojalá. Como señalo en el post, no quiero aburrir mucho. Por lo pronto, este post, como el blog en general, me ha servido de terapia.
No, no aburres, las historias hay que contarlas, no importa que sea como terapia, pero esta historia suena muy interesante desde este primer capitulo y ademas, parece que es una historia llena de enseñanzas.... Un abrazo fuerte!
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