Hasta
ahora parte del asociacionismo en la Isla ha sido determinado desde las más
altas instancias políticas del país y funciona como correa de transmisión entre
el Partido Comunista de Cuba y el pueblo. Los nuevos proyectos a los que nos
referimos se conciben con otra naturaleza: no son hostiles al Estado, pero se
consideran autónomos, como foros donde pueden converger actores de diferentes
sectores sociales y de diversos intereses. En tal sentido, se piensan como
grupos de activistas sociales que se estructuran de abajo hacia arriba y desean
relacionarse de manera horizontal con la sociedad y el Estado.
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