Hace poco me ofrecí a facilitar unas reuniones entre un parlamentario del viejo continente y figuras del exilio cubano. Las reuniones debían darse durante una breve estancia del político en la Capital del Exilio. Estamos hablando de un personaje cabeza de una sombrilla de uno de los partidos más importantes del viejo mundo. Se me dijo que el parlamentario estaba interesado en saber personalmente las opiniones de los exiliados en relación a las relaciones Europa-Cuba, y sobre el tema cubano en general. Dichas citas serian de carácter privado entre el político y el invitado. Por razones de compromisos ya establecidos, las citas deberían darse antes de las 6:00pm durante los días de la visita.
Pues bien, de los cuatro invitados míos, el parlamentario solo vio a uno, y no en privado. Las otras tres citas fueron canceladas a última hora, haciéndome quedar mal con personas que con tiempo habían ajustado sus días de trabajo (se habían citado para días entre semana) para poder asistir a su dichoso encuentro.
Supongo que para un político de la importancia del que estamos hablando, su alojamiento seria en un hotel nada menos de cinco estrellas, y desde luego, en la playa. Y así fue. Supongo que después de arribar a dicho, llegando de un clima frio, para el parlamentario fue demasiada la tentación a darse unos zambullidos entre las olas, y tomarse unos rayos de sol subtropical. Supongo que esto pudiera haber alterado la agenda acordada, pero me parece que de haber sido así, se les podía haber avisado con anticipación a los invitados a las reuniones. Pero no, los invitados fueron sumariamente embarcados.
No soy el dueño de la verdad, pero intento buscarla si puedo. Acabo de enterarme hace unas horas que uno de los invitados a verse con el parlamentario que creí no haberse reunido, si se reunió por fin. Mi invitado estuvo a la hora y lugar de la cita, al visitante no aparecer, espero un buen rato por si acaso. Y un buen rato después, apareció el político quien le enseño que en su agenda estaba la reunión para otra hora del día.
Entonces me veo ahora en la obligación de señalar que es muy probable que el problema de los cambios en el itinerario del parlamentario tuviera menos que ver con el político, y más que ver con sus asesores. A ver si me explico más concretamente, creo que mis invitados fueron embarcados por quien estaba encargado de la agenda del parlamentario durante su visita.
Cualquier similitud o relación que tenga este post a otro colgado en este blog no es por casualidad.
2 comentarios:
No me lo digas........ ¡español!
Coño Joan...
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