sábado, 23 de abril de 2011

Mermelada: Tres amigos

Conversando con dos amigos de mi generación, nuestra charla derivó hacia las condiciones en que se estableció el socialismo en Cuba. Coincidimos en que, en la década de los cincuenta, a la mayoría ni le interesaba el socialismo ni mucho menos su establecimiento. El deseo general era el restablecimiento del orden democrático y la salida del poder del General Fulgencio Batista. No existía ninguna crisis económica ni social, sino tan solo una de carácter político. Ninguna organización revolucionaria, ni siquiera los comunistas, se atrevían a plantear abiertamente el socialismo como opción.

1.Con el triunfo insurreccional, después de pasados los primeros meses humanistas, la idea socialista se fue induciendo sutilmente y, en 1961, aprovechando la coyuntura de Girón y el enardecimiento patriótico del momento, fue impuesta, sin someterla a la aprobación ciudadana ni nada parecido, como no fueran los fusiles en alto de los milicianos convocados al acto de las calles 12 y 23, que como es de suponer, no representaban a toda la nación cubana.
2. Todo se hizo, planificada y oportunamente, desde el poder, respondiendo a sus intereses, en un momento en que ya habíamos sido despojados de una prensa libre, derechos de opinión, partidos políticos y hasta de un proceso electoral.
3. Hoy, también coincidimos, la situación es diferente: existe una profunda crisis nacional, donde los ciudadanos no quieren seguir como están y el poder no ofrece soluciones reales, tratando de mantener a toda costa un modelo fracasado, con algunos retoques. Está dada, objetivamente, una situación para el cambio. Puede retrasarse con medidas represivas, pero no evitarse.
4. A diferencia de la anterior, esta situación no ha sido inducida por nadie, interna o externamente, sino que responde al continuado deterioro del sistema impuesto y a su incapacidad para regenerarse, en correspondencia con los tiempos. Es una forma natural de solución de contradicciones, que puede tener un desenlace pacífico o violento, en dependencia de la actitud que asuma el poder establecido.

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