Se suponía que el VI Congreso fortaleciera la figura de Raúl Castro, pero sucede lo contrario. La ceremonia lo ha debilitado. Seleccionar siempre genera enemigos.
Lo que ahora se dice en los pasillos del poder es que se trata de un tipo mediocre, rodeado de militares mediocres, que no sabe a dónde va.
Raúl, en los cinco años que lleva de sustituto, desde el verano de 2006, no ha sido capaz de crear un mecanismo para transmitir la autoridad a las nuevas generaciones. La edad promedio de los miembros del Buró Político surgido del último Congreso del Partido Comunista Cubano es de 69 años. El propio general-presidente está a punto de cumplir 80, pero, en caso de muerte, su sustituto, el señor Machado Ventura, tiene 82. El gran peligro que acecha a la cúpula dirigente no es el imperialismo yanqui sino el volumen de la próstata.
La exclusión de Abel Prieto (Ministro de Cultura) del Buró Político y del Comité Central es otra prueba de por dónde van los tiros estalinistas. Prieto, junto a Eusebio Leal, era el rostro más humano del régimen. Lo sacrifica porque no va a permitir la menor independencia de criterio en el mundillo de los intelectuales. Quien me hace el comentario agrega un colofón malvado, propio de escritores: “lo malo es que Abel amenaza ahora con regresar a la literatura”.
Raúl no tiene la menor intención de abrir el juego político ni respetar los derechos humanos. Por el contrario, en su discurso ratificó la vieja estrategia represiva de los actos de repudio contra los demócratas de la oposición. No los va encarcelar por largos periodos. Los va a moler a palos hasta que desistan o se escondan.
Los comunistas jóvenes reformistas que deseaban participar en un debate real sobre los problemas del país se sienten burlados. En lugar de discutir con ellos los cambios ha ratificado a la viejísima guardia para ir reemplazando a los cuadros dirigentes de manera inconsulta y sin más argumentos que su voluntad testicular.
Carlos Alberto Montaner
domingo, 24 de abril de 2011
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