Testimonio de su hermano, Felipe Socorro Sánchez
Me llamo Felipe Socorro. Me reconocen por Neri. Nací en 1934, 26 de mayo, en Unión de Reyes.
Éramos cinco hermanos: Josefa, la hembra, Lino Socorro, Arnaldo Socorro, el que fue asesinado… lo mataron, Roberto Socorro y un servidor de ustedes, Felipe Socorro.
Mi padre trabajaba en venta de prendas y a veces trabajaba en el campo. Yo trabajé como muchacho en la panadería La Caoba, de Cecilia Sánchez.
Arnaldo nació en 1941, y vino para La Habana diez años después. El era de carácter fuerte, pero, era tratable con la gente, muy sociable. El fue a la escuela en Palatino, en Unión de Reyes, y siguió el colegio después en La Habana.
Sí, él era muy religioso. El me contó que había leído mucho “La historia me absolverá”. Después, cuando más grandecito había leído “La gran estafa” y eso fue lo que le indicó a ir contra esta gente.
El trabajo en la calle Egido, entre Merced y Jesús María, en “El Compás”, una cafetería. Estuvo dos o tres meses allí, pero, no le pagaban, entonces yo fui a hablar por él, le pagaron y entonces lo llevé para la calle Salud, a trabajar en una cafetería al frente de la mueblería. Después lo saqué de ahí y lo metí con Neno Mejías en la mueblería, hasta que lo mataron.
El tuvo alguna noviecita, pero era muy reservado en esas cosas.
El estaba en desacuerdo con la revolución desde hacía rato. Yo, sí, al principio simpaticé, pero después me di cuenta de que aquello no servía, inclusive, cuando lo mataron, más todavía.
El entierro estaba señalado para las cuatro de la tarde, y ellos me dijeron que el cadáver era mío, pero el entierro era de ellos y ocuparon el elevador, y ocuparon la escalera y no dejaban sacar el cadáver.
El era miembro de la Juventud Católica.
El día 10 de septiembre era un domingo, era el cumpleaños de un hijo mío que cumplía años el 11. Lo celebramos el 10. Cuando íbamos a celebrar, el bajó de la casa, que vivía en la azotea y dijo- “Voy a participar en la procesión” y se fue, se comió un dulce, y se fue, y yo me enteré de que lo habían matado, porque me avisaron. Yo estaba en “El Pacifico” con mi señora y me avisaron lo que había sucedido, entonces partí para allá y estaba en la Casa de Socorros de Corrales, en Egido y Corrales… Ya estaba muerto.
Nosotros estábamos en el velorio, mucha gente, y llegaron varios agentes de seguridad y se llevaron preso a unos cuantos, de la funeraria. Un sobrino de mi esposa, que estaba allí, se había operado de un quiste y ellos creían que había sido herido en las cosas que sucedieron, y le arrancaron eso, y se dieron cuenta de que no era eso, pero, se puso mala la cosa y mandé los viejos para la casa porque no querían que yo sacara el cadáver.
Entre una cosa y la otra, lo enterramos a las ocho de la noche, y cuando llegamos con el entierro, el cementerio estaba ocupado con armas largas y un muchacho que estuvo al lado de él cuando lo mataron, me dijo- “Yo le voy a dar un pañuelo que está embarrado de la sangre de él”… entonces, vinieron, y delante de mí se lo llevaron a empujones. Yo no vi más al muchacho ese.
Cuando ya lo enterramos estaban allí Cepero Brito, y Vivó… y Soto, que era de la CTC. Cuando terminamos que yo salí, me dijo Cepero Brito, que yo quería, que hablara un poco. Yo le dije que no tenía nada que hablar con ellos, que ya mi hermano estaba muerto, y no me interesaba más nada. Así fue todo lo del entierro.
El 10 de septiembre de 1961, Arnaldo Socorro Sánchez, un joven de 20 años de edad, natural de Unión de Reyes, provincia de Matanzas, fue asesinado en las calles de La Habana por un miembro de las fuerzas represivas de la dictadura castrocomunista, en medio de una procesión religiosa con ribetes de protesta cívica. Municipio de Unión de Reyes en el Exilio
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