Alguien
cercano al régimen me dijo hace algún tiempo atrás que el disidente, por
entonces “un nadie” según mi fuente, lo tenía loco para que le diera alguna
pista, que le diera algo que hacer,
algún contacto, cualquier cosa para poder poner un pie dentro de la
oposición. La idea era para fabricarse
un caso, un expediente para mostrarles a los americanos cuan involucrado estaba
en la causa y que por su activismo, sus “subversivas” actividades, su necesidad
de protección. La meta: las salidas
definitivas del país para él y su familia.
Una historia repetida muchas veces ya, siendo protagonizada ahora
mismo. Ninguna sorpresa esa. Todo el que sabe, sabe que es así como
es. ¿Existen disidentes legítimos? Por supuesto, pero son pocos y distantes entre
sí. Y lo mío aquí no es criticar al
disidente en cuestión ahora mismo.
Quizás si yo estuviera en Cuba con mujer e hijo haría cualquier cosa
para sacar a mi familia del país, irme del país. Lo mío aquí es desahogarme un poco, porque ya
hace algún tiempo está bien claro que hacer la oposición en Cuba es muy
difícil, sobre todo cuando los que la hacen se van de la isla. Familia y todo.
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