Yo estaba comprometida con
la Asociación Mundial de Sexología (WAS) en promocionar su XVI congreso, en
marzo de 2003, en La Habana, donde fue recibido un grupo numeroso de
participantes provenientes de los EE.UU, una experiencia muy enriquecedora y
amistosa.
Hace un año presenté el resumen de mi trabajo y
una propuesta de panel para asistir al XXX Congreso de la Asociación de
Estudios Latinoamericanos (LASA), a celebrarse en San Francisco, en mayo
de 2012, que regresó a los EE.UU, después de ocho años, pues desde el 2004 se
había decidido trasladar la sede por la negativa de visas a las delegaciones
académicas cubanas.
El viaje estuvo lleno de
sorpresas desde que recibí la visa hasta mi regreso a La Habana: cumplí un
apretado programa, no pude cubrir todas las invitaciones recibidas de
organizaciones no gubernamentales e instituciones estatales, en San Francisco y
Nueva York; el afecto de la gente sobrepasó todas mis expectativas.
Cada abrazo recibido de
forma espontánea me ratificaba que hay mucho en común entre nuestros pueblos,
más razones para el encuentro que para distanciamientos, y que la separación
que nos impone el bloqueo es artificial y mutuamente dañina.
Conversar con estas
personas de diferentes orígenes nacionales y coterráneos, confirmó mi sospecha
de que la inmensa mayoría de los cubanos en los Estados Unidos anhela
relacionarse con la tierra que les vio nacer, o de sus padres. Pero este deseo,
cada vez más intenso e indetenible, no está representado en ciertos
congresistas cubano-americanos de limitada capacidad ética.
¿Cómo es posible que el
derecho constitucional de los estadounidenses de viajar a Cuba esté
condicionado a la agenda personal de este reducido número de políticos
inescrupulosos? ¿Cómo es posible que este grupo pueda utilizar fondos
millonarios de los contribuyentes estadounidenses, para restringir las
libertades civiles?
No logro despedirme de las
ciudades de San Francisco y de Nueva York, donde fui recibida con mucho cariño
y generosidad. En retribución solo pude invitarlos a nuestra Isla, que no
está sola, y al CENESEX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario