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Raúl Castro demostró que ya tiene el dominio del aparato político y militar de Cuba, aunque todavía siente la sombra jerárquica de su hermano mayor, lo que le permitió fustigar duramente a una burocracia improductiva y decidió despedir a un millón de empleados públicos para que vayan de crear pequeñas empresas , propias del capitalismo, con ganancias y pagos de impuestos, para que tomen las iniciativas personales de las que puedan ser capaces para emprender obras productivas, como lo hacen en China y también en los Estados Unidos, potencias capitalistas que se disputan la hegemonía comercial y económica en general en el universo.
Y para no dejar dudas acerca de hacia donde quiere enrumbar a su país, no atacó al imperialismo e informó que el Presidente Obama le había comunicado que podían establecer relaciones normales, lo que significará en el mediano plazo eliminación definitiva del embargo económico y regreso de las transnacionales a Cuba, las mismas que impulsan el crecimiento de China.
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