Los ideólogos del neoliberalismo moderno deben estar frotándose los ojos de incredulidad. El Partido Comunista Cubano (PCC), el guardián del socialismo, ha procedido a una especie de suicidio ideológico con la aprobación de los “Lineamientos de la Política Económica y Social”. Procedimiento político interno de obligado cumplimento para implementar las reformas de apertura de mercado que, todo parece indicar, van a aplicar en la Isla, Raúl Castro y Ramiro Valdés, las dos cabezas pensantes del régimen, han logrado dar legitimidad, con el IV Congreso del partido, a sus propias ambiciones.
Los comunistas caribeños que aun creyesen en la fuerza que el órgano rector, estarán digiriendo la voracidad del nuevo Primer Secretario del Partido, Raúl Castro, y del ideólogo en la sombra del desfalco, Ramiro Valdés. Los cubanos deberán pagar, cuando las resoluciones se pongan en marcha, por la sanidad y la educación, y deberán, si se lanzan a la aventura empresarial como cuentapropistas, abonar unos abultados, hay quien considera que abusivos, impuestos al Estado.
La dirigencia cubana ha establecido un sistema de retirada del Estado de la vida pública de los ciudadanos pero sin retirarse. Algo análogo sucede con los lineamientos. Las inconcreciones priman sobre las certezas en las áreas incomodas para el régimen como en una especia de huida hacia adelante. En cualquier caso, la autorización concedida por el PCC comprende casi cualquier cosa que uno pudiera esperar. Destaca preocupaciones tales como el estado de las ollas a presión. Todo puede hacerse pero nunca se dice ni cuando ni como.
Sin embargo, los cubanos, a quienes por fin se ha dado voz, han hablado con claridad. Desean que se les permita ser libres para decidir por si mismos. Solo los oídos de los dos septuagenarios líderes cubanos podrían no escuchar la petición, por aquello de los achaques de la edad.
sábado, 14 de mayo de 2011
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