skip to main |
skip to sidebar
Cuando el cardenal Jaime Ortega, acompañado del canciller de la arquidiócesis monseñor Ramón Suárez Polcari, recibía el 1º de mayo de 2010 a un grupo de esposas de prisioneros cubanos conocidas como “damas de blanco”, se abría la posibilidad de un proceso de mediación de la Iglesia entre estas personas y las autoridades cubanas. Vale una aclaración, para usar la terminología adecuada en este caso. El conflicto se presentaba entre las autoridades cubanas por un lado, las que habían sancionado y mantenían en prisión a un grupo de ciudadanos opuestos al modo de gobernar de esas autoridades y que habían violado las leyes (una ley puede ser justa o injusta, pero a los efectos prácticos es ley, o precepto establecido que manda o prohíbe cosas); del otro lado los familiares de los presos: esposas, madres e hijas, quienes defendían y reclamaban la libertad de estas personas en nombre de la unidad familiar. En un momento determinado, al interceder el cardenal Ortega en contra del acoso a estas mujeres en las afueras de un templo católico, la Iglesia se convierte en tercera parte o actor que no ha sido invitado directamente, pero está convencida que le corresponde actuar para poner fin al acoso.
Cuando una de las partes –las autoridades cubanas–, responde positivamente al reclamo de poner fin al acoso y pide a la Iglesia que trasmita esto a los familiares, y al mismo tiempo demanda que estos comuniquen, por medio de la Iglesia, qué desean, se da el primer paso para la mediación, concretada cuando estas personas aceptan a su vez responder a la demanda por medio de la Iglesia. Ambas partes en conflicto se reconocen y comunican entre sí, indirectamente, con la mediación de la Iglesia. Aunque hay un vínculo filial o de sangre entre el grupo conocido como “damas de blanco” y los presos, sus reclamos e intereses son en esencia distintos, pues ellas demandaban reunificación familiar, mientras sus familiares presos reclamaban cambios políticos. Las autoridades reconocieron lo primero y no lo segundo. Por tanto, en ningún momento se planteó la posibilidad de una mediación entre las autoridades y sus opositores, pues no hubo reconocimiento ni comunicación mutuos. Por las razones que sean, y no es necesario indicarlas aquí, ese día no ha llegado.
La mediación de la Iglesia, concretada en las excarcelaciones, no fue la solución ideal. Su propósito era lograr, mediante el diálogo, una salida a la gran tragedia de estas familias. No hay solución ideal en un conflicto prolongado y que ha implicado a tantas personas ubicadas en las más disímiles posiciones, con criterios diferentes muchas veces, en medio de debates y presiones políticas de alcance nacional, regional y global. Pero es bueno decir también que no fue una mediación neutra, sino bien comprometida, que tomó riesgos y aceptó estar en el epicentro del torbellino, teniendo para todos, de un lado y otro, una mirada pastoral y caritativa, la caridad cierta que todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. La caridad que nunca pasará, y permanece viva y dispuesta para toda oportunidad que la reclame.
Las leyes que llevaron a estas personas a la cárcel permanecen vigentes. Ahora, o en un futuro no lejano, es necesario que el país finalmente logre un espacio en el que las diferentes opiniones, intereses y criterios, puedan encontrarse y fundirse en un proyecto común y universal propio, no atado a intereses foráneos. Entonces, tal vez, no sería tan necesaria la mediación, pues estaríamos en presencia de una sociedad renovada que busca, mediante procesos francos y responsables de negociación, convertirse en la próspera y vigorosa sociedad de todos. Tal negociación aún no ha sido programada, ni se vislumbra en el horizonte, pero debe ser un propósito.
4 comentarios:
Una vez más la Iglesia Católica, discretamente, cumple otra loable actuación. Cumplía prisión a principios de los ochenta, junto a mis amigos, Ricardo Bofill Pages, Edmigio López Castillo, Lázaro “El Checa” Jordana Miranda, Raúl Pérez Rivalita, Eddy López Castillo, Gustavo Arcos Berne y otros como Elizardo Sánchez Santacruz, Ariel Hidalgo, Sebastián Arcos Berne, etc. Todos bajo la dirección de Bofill estábamos conformando el naciente Comité Cubano Pro Derechos Humanos en la Prisión Combinado del Este. Excepto Bofill, Elizardo y los Arcos Berne, teníamos largas condenas de prisión. Bofill con esa maestría y picardía política que siempre lo ha caracterizado como tenia una condena corta nos aseguro que una vez en libertad, por su primera causa, se dedicaría a visitar las diferentes representaciones diplomáticas radicadas en La Habana para exponer su lucha, y la del Comité, por los Derechos Humanos y nos planteo que había que lograr nuestras excarcelaciones y las salidas hacia diferentes país y no cumplir todo el tiempo a los que habíamos sido sancionados, todos aceptamos. Que para lograrlo también haría contactos con la iglesia católica, especialmente con el Monseñor Carlos M. de Céspedes, para que apoyara su gestión. De esa forma salieron para España, gracias a Felipe González (PSOE), y a las gestiones de Bofill y sus frecuentes visitas a la Embajada Española, un reducido grupo de prisioneros políticos, Más tarde visito la isla Jacques-Yves Cousteau, fotógrafo y cinematógrafo subacuático francés, traía una lista de prisioneros que había sido elaborada por Bofill en una de sus frecuentes visitas a la Embajada de Francia ya aprobada por las autoridades cubanas, menos el que suscribe (que era el médico del grupo y llevaba tres años “tapiado”). La Iglesia Católica en todo momento apoyo, con discreción, no solo las gestiones del Comité Cubano Pro Derechos Humanos facilitando sus Iglesia sino que apoyo la excarcelación de muchos de los prisioneros hacía terceros países. Nueve años después fui excarcelado y puesto en libertad condicional continué siendo el medico personal del Comité Cubano Pro Derechos Humanos hasta que los estadounidense me dieron la entrada a su país, a finales de los ochenta, del cual estoy naturalizado, soy de origen sefardí (judío) y no practico la religión católica. www.quepasamiami.org
Una vez más la Iglesia Católica, discretamente, cumple otra loable actuación. Cumplía prisión a principios de los ochenta, junto a mis amigos, Ricardo Bofill Pages, Edmigio López Castillo, Lázaro “El Checa” Jordana Miranda, Raúl Pérez Rivalita, Eddy López Castillo, Gustavo Arcos Berne y otros como Elizardo Sánchez Santacruz, Ariel Hidalgo, Sebastián Arcos Berne, etc. Todos bajo la dirección de Bofill estábamos conformando el naciente Comité Cubano Pro Derechos Humanos en la Prisión Combinado del Este. Excepto Bofill, Elizardo y los Arcos Berne, teníamos largas condenas de prisión. Bofill con esa maestría y picardía política que siempre lo ha caracterizado como tenia una condena corta nos aseguro que una vez en libertad, por su primera causa, se dedicaría a visitar las diferentes representaciones diplomáticas radicadas en La Habana para exponer su lucha, y la del Comité, por los Derechos Humanos y nos planteo que había que lograr nuestras excarcelaciones y las salidas hacia diferentes país y no cumplir todo el tiempo a los que habíamos sido sancionados, todos aceptamos. Que para lograrlo también haría contactos con la iglesia católica, especialmente con el Monseñor Carlos M. de Céspedes, para que apoyara su gestión. De esa forma salieron para España, gracias a Felipe González (PSOE), y a las gestiones de Bofill y sus frecuentes visitas a la Embajada Española, un reducido grupo de prisioneros políticos, Más tarde visito la isla Jacques-Yves Cousteau, fotógrafo y cinematógrafo subacuático francés, traía una lista de prisioneros que había sido elaborada por Bofill en una de sus frecuentes visitas a la Embajada de Francia ya aprobada por las autoridades cubanas, menos el que suscribe (que era el médico del grupo y llevaba tres años “tapiado”). La Iglesia Católica en todo momento apoyo, con discreción, no solo las gestiones del Comité Cubano Pro Derechos Humanos facilitando sus Iglesia sino que apoyo la excarcelación de muchos de los prisioneros hacía terceros países. Nueve años después fui excarcelado y puesto en libertad condicional, donde conocí a otros luchadores que se habían incorporado al Comité como Oscar Peña, entre otros, continué siendo el medico personal del Comité Cubano Pro Derechos Humanos hasta que los estadounidense me dieron la entrada a su país, a finales de los ochenta, del cual estoy naturalizado, soy de origen sefardí (judío) y no practico la religión católica. www.quepasamiami.org
Una vez más la Iglesia Católica, discretamente, cumple otra loable actuación. Cumplía prisión a principios de los ochenta, junto a mis amigos, Ricardo Bofill Pages, Edmigio López Castillo, Lázaro “El Checa” Jordana Miranda, Raúl Pérez Rivalita, Eddy López Castillo, Gustavo Arcos Berne y otros como Elizardo Sánchez Santacruz, Ariel Hidalgo, Sebastián Arcos Berne, etc. Todos bajo la dirección de Bofill estábamos conformando el naciente Comité Cubano Pro Derechos Humanos en la Prisión Combinado del Este. Excepto Bofill, Elizardo y los Arcos Berne, teníamos largas condenas de prisión. Bofill con esa maestría y picardía política que siempre lo ha caracterizado como tenia una condena corta nos aseguro que una vez en libertad, por su primera causa, se dedicaría a visitar las diferentes representaciones diplomáticas radicadas en La Habana para exponer su lucha, y la del Comité, por los Derechos Humanos y nos planteo que había que lograr nuestras excarcelaciones y las salidas hacia diferentes país y no cumplir todo el tiempo a los que habíamos sido sancionados, todos aceptamos. Que para lograrlo también haría contactos con la iglesia católica, especialmente con el Monseñor Carlos M. de Céspedes, para que apoyara su gestión. De esa forma salieron para España, gracias a Felipe González (PSOE), y a las gestiones de Bofill y sus frecuentes visitas a la Embajada Española, un reducido grupo de prisioneros políticos, Más tarde visito la isla Jacques-Yves Cousteau, fotógrafo y cinematógrafo subacuático francés, traía una lista de prisioneros que había sido elaborada por Bofill en una de sus frecuentes visitas a la Embajada de Francia ya aprobada por las autoridades cubanas, menos el que suscribe (que era el médico del grupo y llevaba tres años “tapiado”). La Iglesia Católica en todo momento apoyo, con discreción, no solo las gestiones del Comité Cubano Pro Derechos Humanos facilitando sus Iglesia sino que apoyo la excarcelación de muchos de los prisioneros hacía terceros países. Nueve años después fui excarcelado y puesto en libertad condicional, donde conocí a otros luchadores que se habían incorporado al Comité como Oscar Peña, entre otros, continué siendo el medico personal del Comité Cubano Pro Derechos Humanos hasta que los estadounidense me dieron la entrada a su país, a finales de los ochenta, del cual estoy naturalizado, soy de origen sefardí (judío) y no practico la religión católica. www.quepasamiami.org
Dr. José R. Alfonso,
Gracias por visitar el blog y por compartir su comentario en este post. Pido disculpas por la demora en aparecer dicho. Por razones ajenas a mi voluntad, Blogger identifico su comentario como spam y no es hasta esta hoy jueves 23 que veo el error por parte de Blogger. Sus visitas y por supuesto, sus comentarios son bienvenidos aquí siempre.
Saludos
Publicar un comentario