jueves, 4 de agosto de 2011

Revuelta en el Malecón

Revuelta en el Malecón, Amenaza Castro con otro Mariel, esos eran los titulares al día siguiente del Habanzo o Maleconazo, como mejor es conocida aquella insólita revuelta en La Habana de aquel viernes, 5 de agosto de 1994. A 17 años de aquel día, hoy, y en estos días, me he puesto a pensar en los sucesos de aquel día 5. Y no tanto quizás, pensando en aquel día, más bien me ha dado por pensar, darme cuenta, su impacto en mi vida, en los años que le siguieron a aquel 5 de agosto de hace 17 años ya.


La foto que aparece en este post, en primera plana de El Nuevo Herald publicada el día después de la revuelta, me conmociono. Creo que conmociono a todo el Exilio cubano. Chocaba ver a esos segurosos, policías encubiertos, portando pistolas y ver al que está apuntando hacia los manifestantes de aquel día. El Maleconazo cogió al Exilio de sorpresa, y por supuesto, a las autoridades de La Habana.


El Maleconazo cogió al Exilio de sorpresa, y muchos nos preguntábamos, ¿cómo era posible que no se hubiera vaticinado algo así? Había que estar preparados para la próxima vez porque La Habana, parecía obvio, no aguantaba más. Y fue así que nos organizamos para estar listos al momento que se diera algo semejante en la isla, poder actuar.


Aquel viernes 5 fue la razón por la que una buena mañana, más de una, me vi montado en una embarcación con un puño de flores rumbo al Malecón. Aquel 5 de agosto fue el motor que impulso mi activismo anticastrista, activismo que algún tiempo atrás había puesto a dormir.


Aquel viernes 5 parecía que aquello en la isla no iba a durar mucho más. A 17 años de aquel día, hoy, y en estos días, me he puesto a pensar en los sucesos de aquel día 5. Y no tanto quizás, pensando en aquel día, más bien me ha dado por pensar, darme cuenta, su impacto en mi vida, en los años que le siguieron.

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